Alejo Cuervo (propietario de la libreria y editorial Gigamesh): El 15M fue una revolución friki*

Alejo Cuervo (propietario de la libreria y editorial Gigamesh): El 15M fue una revolución friki*

CARLES VILLALONGA / lavanguardia.com

Pasar una tarde llena de vicio y subcultura es maravilloso. Dedicar la vida a ello, en cuerpo y alma, convirtiendo afición en forma de vida, es uno de los caminos para ser feliz. Viviendo de y con sus vicios y con un inmenso y envidiable nivel de subcultura, Alejo Cuervo (Barcelona, 1959) destila conocimiento en cada una de sus palabras, que fluyen firmes, distendidas y constantes desde su pozo de sabiduría friki.

Fuente original: Alejo Cuervo: El 15M fue una revolución friki.

Encadenando cigarrillo tras cigarrillo, el papa Alejo I es ya uno de los pilares fundamentales del mundo editorial español. Propietario de una de las mejores editoriales de género del país, Cuervo compatibiliza su cara de activista político con la del niño que disfruta a cada segundo de lo que hace; que juega y que se permite jugar. Todo ello gracias -en gran parte- a un éxito que, pese a confesar no haberlo leído entero aún, llena de orgullo y responsabilidad a su exitosa librería Gigamesh: suya es Canción de Hielo y Fuego, conocida en todo el mundo por Juego de Tronos.

Mucha gente, hasta hace poco, se escondía, le daba reparo reconocerse en público como friki, como consumidor de productos relacionados con el ámbito. ¿De dónde vienen esos prejuicios?
No lo sé. Había gente que consumía ocasionalmente determinadas obras que podían trascender el ámbito del gueto, pero no se leían como algo especial. Podían tener elementos más o menos suaves, o un culebrón que enganchara, como Dune o las novelas de Prachet, y en última instancia éstas son las que traen nuevos lectores, historias que atrapan al público femenino. En mis tiempos, el género, desde todos sus aspectos, era eminentemente masculino. Pero Star Trek, los primeros foros que funcionaban como redes sociales y el manga son los productos que más han atraído a mujeres. Y también, claro está, Juego de Tronos.

¿Juego de Tronos ha globalizado el fenómeno?
Las marujas han caído en batería con Martin. Harry Potter también trajo mucho género femenino. En definitiva, todos los productos que pretendan llegar a ser un gran best seller, si no tienen el beneplácito femenino no prosperan. Es condición sine qua non: o entras en ese ámbito o no eres generalista.

Mucho han cambiado las cosas para poder acabar con la visión peyorativa del término.
La mejor forma de combatir un término peyorativo usado como tal es abrazarlo. Yo es lo que estoy haciendo. Me declaro friki con orgullo, sin ningún complejo e intento normalizar su uso. Lo que quiero que se escriba con q, que se españolice bien españolizado, pero la RAE lo ha reconocido con K. Es una gran frustración, en eso soy yo contra la academia (risas).

Cada vez más gente se define como friki. Para acotar, ¿qué se entiende por friki?
En general, el término define todos aquellos ámbitos fantásticos que se miraban con menosprecio: la fantasía, la ciencia ficción, y todo lo involucrado a nivel de juegos, la parte ludopática. Sobretodo implica abrazar sin complejos la estética de lo fantástico. Los juegos de mesa, por ejemplo. En medio de la crisis, es el ámbito friki que más está creciendo, a ritmo de un 40% anual, según dicen las empresas del ramo. Representa una oferta de ocio más barata: un grupo de amigos que empieza comprando Los colonos de Catan y evolucionan hacia otros juegos. Son tardes y tardes en las que sale más barato juntarse en casa que salir. La vida social de hoy en día se hace mucho en casa.

¿Cómo te iniciaste en el mundo del frikismo?
De pequeñito y con las novelas de a duro. Unos primos míos de Madrid que ya leían ciencia ficción, en una visita, se dejaron novelas de a duro de Bruguera y anteriores. Me las pillé y me enganché. Más tarde, un amigo de mi padre me regaló mi primer Nebulae, mi primer Lovecraft, mis primeros cómics, tiras diarias en blanco… y negro y ahí se lió la troca. Un amigo de mi padre me empezó a dejar cosas de antes de Buru Lan. Me enganché al Príncipe ValienteFlash GordonRip Kirby… En el colegio, los frikis de la clase leíamos, a parte de novelas de Enid Blyton, tebeos de Zarpa de Acero y Mytek el poderoso. En aquella época empezaron a salir los primeros de Marvel y ahí nos enganchamos, unos con Los 4 fantásticos, otros con Spiderman… Pero éramos siempre una minoría. Cuando empecé a aficionarme a la ciencia ficción era el bicho raro que leía novelas de marcianos.

¿Esa etiqueta continúa vigente?
No, ahora vas a un instituto y raro es el que no se ha leído Harry Potter, el que no tiene referentes frikis. Antes, una cosa fantástica era vista con desprecio: “Esto no es la realidad, es evasión, por lo tanto es malo” o “si no es realista no es serio, es para niños”. Había un menosprecio generalizado de la cultura. Lo que no se entendía era que para que cualquier tipo de historia funcione como evasión tiene que conectar con tu realidad. Que te vendan evasión es mentira: o conectan contigo o aburre.

No sólo no te aburriste sino que te tornaste en experto en la materia e hiciste de ello tu modo de vida.
Recuerdo una historia de antes de mis lecturas frikis. Era un cuento de Verne, El náufrago del Cynthia. La historia narra cómo el protagonista logra, gracias a su intelecto, sobrevivir a un peligro. Por primera vez, el héroe es el intelecto. Dejaban de serlo las proezas físicas o la preparación que tuvieras. Éste fue el cambio de paradigma, el motor que me motivó en la ciencia ficción y que me condujo a estudiar una carrera de ciencias. Estudié físicas empujado por las ganas de conocer cómo son las cosas, cómo es el universo.

Decidiste enriquecer tu afición con estudios científicos.
Se retroalimentan. Gracias a los estudios, la componente racionalista la valoro, la busco y la aprecio mucho más. Esa es la esencia de la ciencia ficción.

A los 25 años tenías librería, estabas a punto de doctorarte y, además, trabajabas para Martínez Roca ¿Cómo encontrabas tiempo para tu afición?
Mientras estaba estudiando la carrera conseguí la parada en Sant Antoni. Soy cliente de toda la vida, gracias a mi padre. Yo era muy juerguista y si él me veía leyendo estaba feliz, me incentivaba los vicios de ese estilo. Para montar el primer día tiré de mi propia colección. La primera venta fue la colección completa de Conan, de Bruguer. Me costó un huevo encontrarlas en su día y completar la colección, las descubrí de casualidad en una librería de viejo. Pensé: “El que lo quiera lo va a tener que pagar”. La puse cara, pedí un pastón, la vendí y me quedé alucinado. Ahí empezó mi vocación de servicio. Más tarde cogí la librería, mientras me estaba doctorando. Por el hecho de tener la librería y por el circuito de ir a recoger los libros hice mis primeros contactos con las editoriales y puse en marcha una colección de fantasía para Martínez Roca, porque hasta entonces todo el mundo sólo hacía ciencia ficción.

En ese momento, la fantasía estaba más apartada, más denostada que la ciencia ficción, justo a la inversa que ahora. ¿A qué se debe este giro?
Este cambio de tendencia lo vengo pronosticando desde hace muchos años. La ciencia ficción fue muy popular y durante mucho tiempo cuando imperaba una visión optimista del futuro, cuando se podía soñar con qué podía venir, cuando uno podía proyectar expectativas o esperanzas por encima del mundo presente. Conforme la visión del futuro se volvió pesimista, conforme aumentaba la escasez de recursos como después de la guerra de Vietnam, conforme empezó a crecer el descrédito en la esfera política, en que todo esto va a ir a mejor, empezó a cobrar popularidad la fantasía. La ciencia ficción por excelencia la representa Asimov, y éste narra una versión optimista del futuro: No hay nada que el intelecto no pueda resolver. Los personajes que describe son bien intencionados. En cambio, la fantasía es evasión y desconexión: la realidad, el día a día en el que estoy viviendo no es satisfactorio. El ciberpunk se populariza en los 80 y representa un futuro muy negro, justo coincidiendo con el auge del dominio de las multinacionales. Entonces, el refugio fue la fantasía, una forma indirecta de hablarle a la gente de lo que le preocupa, pero dándosela con queso.

Todo el mundo debe elegir entre dos o a veces más caminos en su vida. ¿Fue difícil escoger entre el mundo editorial o tu vertiente científica?
No, tiran más dos tetas que dos carretas. Donde estén los vicios… el vicio tira más que cualquier otra cosa.

¡Y más si se puede vivir de ello!
¡Es genial! Independientemente de que me vaya mejor ahora que antes, toda mi vida he sido muy envidiado por poderme dedicar a lo que me gusta.

¿Volverías a tomar este camino?
Totalmente. Recuerdo momentos, muy al principio de tener abierta la tienda, de pensar seriamente en tirar la toalla. Muy al principio, antes de tener ningún tipo de resultado y cuando aquello era picar piedra de la forma más salvaje. Pero cuando empiezas a tener un poco de respuesta, un poco de crecimiento, todo eso ya no vuelve a preocuparte. Los estudios que tuve fueron la forma de preparar la herramienta, de ver el mundo y de resolver problemas. En el ámbito de librero me he encontrado con una competencia muy cutre. Me ha ido bien no por las cosas buenas que haya hecho yo, sino porque, en general, la competencia ha sido muy mediocre. Como físico competí muchísimo contra obstáculos y barreras muy duras, pero a nivel de librero no.

Ahora el sector anda muy cojo. Ya no tanto a nivel de editoriales, sino más en el de librerías. El cierre de locales míticos como Negra y Criminal, Proa, Roquer, Canuda…
Ya no hay ninguna librería generalista en el centro de Barcelona. Bueno, sí, Fnac. El Corte Inglés había hecho un esfuerzo los últimos dos o tres años, pero en los últimos meses ha tirado la toalla, ya no quiere ser librero. Se limitan a la venta del best seller y la novedad. En la época en la que estaba en Sant Antoni, entrabas en un Corte Inglés y encontrabas de todo, de todas las editoriales. Si tú eras editor, colocabas género en el mercado y éste estaba en un montón de puntos de venta y tenías unas ciertas posibilidades. El número de puntos de venta que hacen eso hoy en día diría que es directamente cero.

Estos cierres, ¿representan el fracaso de un sistema?
Sí. Pero, además, se publica mucho libro y muy mal, con unas pretensiones de durabilidad en el mercado cada vez más cortas. A las multinacionales es lo que les interesa. Buscan rotar producto, descubrir cuál está de moda esta temporada y exprimir naranjas.

De ahí la política de distribución de Canción de Hielo y Fuego, que busca priorizar aquellas librerías que venden fondo editorial por encima de las que sólo apuestan por best sellers.
Sí. Soy un editor pequeño. Yo tengo ahora un best seller, pero no voy a tener un best seller pasado mañana. Cuando pase Juego de Tronos, que tardará más o menos tiempo en pasar pero lo hará, tengo que aguantar una estructura tras el vendaval, y el tipo de título que vendo no es best seller. Me cuesta muchísimo vender cualquier otra cosa que no sea Martin desde que tengo a Martin. Identificar Gigamesh con Martin es muy fácil. ¿Que es muy rentable? Sí, pero todo lo demás se está resintiendo y yo tengo que vivir de todo lo demás. Uno de los leitmotiv que tengo en este mundo es editar poquito e intentar hacerlo lo mejor posible, y sigo subiendo el nivel. Estamos haciendo mucho ruido, pero hemos sacado cinco o seis novedades este año y prevemos un par más. Es un año récord y cerraremos 2015 produciendo ocho. De media, sólo cuatro o seis.

¿Como surgió la historia de amor entre Juego de Tronos y Gigamesh?
En el primer fanzine que edité, uno de los primeros libros que criticaba fue Muerte de la Luz (1977), de George R.R. Martin y me convertí en su fan desde ese momento. Para mí es un escritor fetiche. Martin era un autor en auge, gracias al gran éxito de Sueño del Fevre (1982), pero fracasó con The Armagedon Rock (1983). Por culpa de eso, tuvo que buscarse la vida y se pasó diez años trabajando de guionista en Hollywood. Dos años después de yo dejar Martínez Roca, donde estuve una década, sacó Juego de Tronos (1996). Me la leí, me gustó mucho y la dejé ahí. Puse en marcha la colección de libros propia de Gigamesh y salió Choque de Reyes (1998). Me la pedí, pero antes de leerla ya vi que entraba en las listas de lo más vendido. La colección de libros me estaba yendo bien, no me había pegado ninguna hostia y me lancé. “O me muevo e intento pillarla ahora o nada”. El detalle que es público es que la conseguí por 5.000 dólares.

¿Y el que no es público?
Que la oferta original fueron 4.000 dólares y un 10% y me dijeron si no podía pagar un poco más. Llegué a los 5000 dólares y al 8%. Y me dijeron “vale”.

Esta compra ha significado la vida para Gigamesh.
Para nosotros, desde el día uno vimos que era un libro que funcionaba mejor que cualquier otro. Hay una anécdota que me parece curiosa y significativa: yo le daba los manuscritos al chaval que ayuda en la sección de juegos de la tienda antes de publicarlos, por si encontraba alguna errata. Tal como acabó de leerse el primero, se fue a la tienda para coger el segundo en inglés. El chico que hizo la maqueta, el que se encarga de toda la producción, lo mismo. En los dos casos, era el primer libro en ficción en inglés que se leían en su vida (risas). Era la primera muestra de que eso sería un bombazo. He intentado no dejarme arrastrar por el éxito de Juego de Tronos: no crecer enormemente, no comprometer la estructura de gastos, poder rentabilizar al máximo el éxito que ahora tenemos y dejar una cosa que sea estable a largo plazo. La nueva librería es eso, y nos ha salido de puta madre.

Gran parte del público desconocía la existencia de Canción de Hielo y Fuego hasta que apareció la serie de HBO. A nivel editorial, ¿funcionaba Martin antes de Juego de Tronos?
El récord de ventas, antes de editar con la línea propia de Gigamesh, eran algo más de un centenar de copias al año. En algún caso, como Snowcrash, vendimos poco más de 200. Llegó el cabrón de Martin y vendió 300 en medio año. Rompió los esquemas. Fue el único caso que he visto en el que cada año vendía más que el anterior. Antes de todo el ruido de la serie vendimos más de 300.000 ejemplares. Lo de la serie fue multiplicar una cosa que ya estaba funcionando a saco. Otro detalle: En España, como mercado, antes de la serie funcionaba mejor Martin que en ningún otro mercado, incluso mejor que en EE.UU.

Algún pero habrá en la relación entre Canción de Hielo y Fuego y Gigamesh…
No ha sido fácil. Cuando llegó la serie nos encontramos que no teníamos recursos para afrontar el crecimiento de demanda que hubo, no había crédito en el mercado y tuve que componérmelas como pude. Hemos ido muy apurados mucho tiempo para aguantar eso. Luego todo ha ido tan bien y tan suave… Desde que se estrenó hasta ahora, que es la serie más vista del mundo en sólo cinco años, a nosotros nos ha dado estabilidad. Antes de que llegara el estreno de la serie vendimos, desde el primer al cuarto libro de la saga, 300.000 ejemplares en total. Pese a este nivel de ventas, en la empresa estábamos en lo comido por lo servido. Martin nos estuvo aguantando en esa época. Llegó la serie y a partir de ahí, fueron dos años consecutivos con más de 400.000 ejemplares por año. Una burrada.

Muchos nos enganchamos a Martin en ese momento y sentimos en nuestras carnes la falta de paciencia entre que salía un libro y lo traducíais. Ahora, algunos hemos entendido que la paciencia es virtud y la calidad requiere tiempo, pero ¿cómo lidiáis con la tribu de fans que exigen inmediatez con vuestro trabajo y con el del propio Martin?
Hay algún momento en el que nos ha llegado a agobiar un poco. Pero tenemos una comunidad muy fuerte en Gigamesh y, en general, este tipo de ruido nos ha beneficiado. En relación a redes sociales, hemos decidido que a los trolls hay que alimentarlos. Los trolls valen su peso en oro: ¡los cabreas un poco y hacen ruido mucho rato! ¡Y ese ruido es publicidad! Cuando hemos tenido trolls, nuestra actitud es jugar con ellos, provocarlos, cachondearnos, y algunos acaban entrando al juego. Incluso hay grupos secretos en Facebook entre nosotros para ir a cazar trolls (risas).

Es preferible que se hable mal de uno a que no se hable.
Hemos conseguido mantener la compostura en la faceta juguetona y eso nos ha generado mucha simpatía entre mucha gente.

Este cabreo también ha ido dirigido hacia George R.R. Martin.
Eso es un vicio de consumidor. La gente está muy acostumbrada a “quiero esto ahora” y “si pago, yo mando”. Hay un tuit de Neil Gaiman, a raiz de las presiones a Martin para que sacara el siguiente libro, que lo sintetiza a la perfección diciendo: “People, George R.R. Martin is not your bitch” (gente, George R.R. Martin no es vuestra prostituta).

El propio Martin ha dicho que no se le juzgará por la rapidez de su obra sino por su calidad.
Ese discurso se lo conozco desde la primera visita. Es muy consciente de ello. A estas alturas es muy consciente del protagonismo estético que tiene, y él no aspiraba a eso. Buscaba tener más audiencia. Recuerdo la cara de alegría que le detecté cuando le dije que teníamos comportamiento de best seller con Canción de Hielo y Fuego. Me dijo “¿cuántos libros aspiras vender?”. Yo le dije “por lo menos 100.000” y el respondió “¡bien!”. Y ya llevamos más de 1.500.000 de toda la saga.

¿Cómo se gestiona una obra tan grande?
Hay un chiste que le hice un día que lo resume bien. En uno de los momentos de máximo crecimiento y de máxima tensión, me vino muy serio y me dijo “A great power entails a great responsability” (un gran poder conlleva una gran responsabilidad), mítica frase de Stan Lee. En la siguiente convención, yo había reflexionado sobre el tema. Había montado la nueva tienda y había quedado lo bonita que está. Estaba muy eufórico le dije: “George! A great power allows a great creativity!” (George, un gran poder permite una gran creatividad) (risas).

El éxito de Martin y de los productos audiovisuales relacionados con el género, ¿han catapultado la ciencia ficción y la fantasía hasta aparcar la etiqueta prejuiciosa de género menor o infantil?
Yo lo extiendo a un ámbito mucho más extenso que eso, al ámbito político: Al terremoto político que está habiendo, al surgimiento de nuevos partidos, de participación ciudadana y de formaciones mucho más abiertas y receptivas, horizontales. Todo esto viene del 15M, y mi tesis es que el 15M fue una revolución friki. Movilizó, sobretodo, a tres ámbitos sociológicos: la chavalada que se pasa el día jugando y comunicándose en la red, los habitantes naturales de la red; a los emigrantes e inmigrantes, que usan la red para comunicarse; y los frikis. Todas las plazas en las que estuve en contacto, todos los grupos de trabajo, todos eran frikis. Roleroscomiqueros, de un ámbito u otro pero eran mayoritariamente jóvenes y todos de cultura friki.

Así, tanto el auge de la ciencia ficción y la fantasía como el terremoto del 15M, se basan en el cambio generacional.
El friki es el fan que más publica, más activo en redes, también en el ámbito político, está más activo y es más activista. La generación que viene es mucho más friki toda ella, está más acostumbrada al uso de Internet y a tomar decisiones de forma mucho más participativa, a funcionar como colmena. Y los partidos antiguos no lo entienden y contemplan esa realidad con miedo.

Como activista que eres en tus ratos libres, ¿te atrae el panorama político actual?
El cambio es impresionante. Estamos demasiado cerca para verlo, es nuestro problema. Pero le explicas a la gente de hace cuatro años donde estamos ahora y no se lo creen. Ese proceso de cambio es cada vez más bestia. La cantidad de titulares, resultados y campaña que están haciendo los nuevos ayuntamientos (Madrid, Barcelona, Valencia, Cádiz o Zaragoza) es brutal. En las próximas generales, el PP no tiene esos ayuntamientos haciéndoles campaña. El cambio está siendo tan rápido y tan bestia, que la gente que estaba protestando ganó y todavía no se ha dado cuenta. Eran gritos de rebeldía y ahora están aceptados por la opinión pública.

El problema es que, desde algunos sectores, se denosta tanto el mensaje como el canal que se usa para difundirlo, Internet.
Es un proceso inevitable. El ejemplo que me encanta, llevo años poniéndolo y no envejece: Wikipedia. Más del 50% de la facturación de Planeta hace unos años eran las enciclopedias. Eso hoy no existe. Facturación cero. La wiki se ha comido la enciclopedia británica, que ha dejado de existir como edición impresa. La wiki tiene mucha menos financiación, menos gasto, es el ejemplo de economía colaborativa. Lo estamos usando todos. Nunca hemos tenido tanta calidad de consulta como tenemos ahora con la Wikipedia, y sigue creciendo en calidad cada día. “Hay muchos errores en Wikipedia”, dicen algunos. Los habrá donde no entra nadie, pero la mayoría tiene una calidad mayor a la que ha tenido nunca una enciclopedia, y mucho más actualizada. Se ha cargado una porción muy grande de todo el mercado que abarcaba la industria editorial. Ha acabado una época, desde la enciclopedia francesa hasta que ha cerrado la británica. Es el fin de la revolución industrial, ahora viene la economía colaborativa.

Estos nuevos horizontes pueden significar una puerta abierta para la ciencia ficción. Antes se veía el futuro oscuro, ahora, ¿hay más esperanza?
Antes no era comercial, no vende un futuro negro. Los autores no tienen miedo de enfrentarse a él, lo que pasa es que hay mensajes más comerciales que otros. Si vas a vender un futuro pesimista… Es como la novela negra: puedes hacerlo muy comercial, pero según que historias negras, muy negras, tendrán una audiencia de culto y no pasarán de ahí. Ahora, ¿esperanza? Fíjate en la metáfora de la civilización occidental de Juego de Tronos, una de las ideas que resuena más de la saga: “Se acerca el invierno”. Somos hijos del verano. No sabemos lo que vale un peine. Se acerca el invierno y a partir de ahora vamos a pasarlas canutas, lo que hemos vivido hasta ahora era una primavera de la que ya nos podemos ir olvidando, porque esa abundancia de recursos no volverá.

* El título original de este artículo es: Alejo Cuervo: El 15M fue una revolución friki. Lo he modificado por un criterio informativo para los usuarios de valordecambio.com