Bdig (biblioteques digitals i cooperació): Bibliotecas digitales y el futuro de las bibliotecas

Bdig (biblioteques digitals i cooperació): Bibliotecas digitales y el futuro de las bibliotecas.

Lluís Anglada. bdig.blogspot.com.es 2/06/2014

Acaba de aparecer el último número de CLIP, el Boletín de SEDIC. En él, Blanca San José Montano, vocal de Publicaciones de SEDIC me hace una entrevista que reproduzco en dos entregas aquí.
Blanca San JoséEn 2005, en la ponencia Los repositorios como componentes esenciales de las bibliotecas digitales: la experiencia de las bibliotecas universitarias de Cataluña (CBUC)  pronosticasteis que los repositorios “tendrían una función de dar soporte a servicios de valor añadido de diferentes tipos: revistas electrónicas, entornos de aprendizaje… que se crearían extrayendo objetos digitales de distintos repositorios…”. ¿Puedes enumerar los servicios de valor añadido que se prestan actualmente? 
Lluís Anglada: Bueno, esto se ha demostrado ser una predicción falsa. El concepto de repositorio es relativamente reciente. El texto ‘fundacional’ de SPARC (The case for institutional repositories: a SPARC position paper, release 1.0) es del año 2002. Lo que entonces parecía ser el problema era la gestión de los objetos digitales (libros y fotografías digitalizados, pre-prints, tesis doctorales…): Los repositorios institucionales concebidos como el lugar único en el que una institución depositaría TODA su producción académica parecían ser la solución. Mi afirmación de entonces se produce dentro de este contexto: un repositorio único que no tienen más función que la de almacenar ordenadamente (para el presente y para el futuro) la producción académica de una universidad. Otras aplicaciones o funciones de realizarían yendo al repositorio a buscar los objetos pero sin necesidad de que fueran estas aplicaciones las que los contuvieran.
Esto no ha resultado ser así. Los campus virtuales y las revistas digitales se han construido de forma independiente a los repositorios. A estos les queda el papel de ser el archivo perpetuo de la producción. Quizá sea una lástima, pero en todo caso ha sido así. La evolución de los repositorios no está terminada aún. Creo que la idea de que sean almacenes únicos de una universidad no ha terminado de funcionar. Está claro, por ejemplo que los materiales de aprendizaje se están escapando de los repositorios, estos, por otra parte, han pasado a jugar en la liga del acceso abierto y esta competición tiene sus propias reglas. Actualmente los CRIS (Current Research Information System) parecen ser los instrumentos de la vía verde del OA para hacer posible la creación de una infraestructura de acceso a la producción científica  y en este movimiento el papel de los repositorios queda relegado a la preservación y a servir de archivo para los CRIS.
Pero es relativamente poco importante con qué instrumentos concretos se consigue una finalidad.  La biblioteca es la organización que dentro de una institución debe guardar la información que la institución produce. Esto ya es un valor, y es un valor no asegurado ya que la preservación digital no es un tema resuelto aún. Seguramente será un papel que asuman las bibliotecas ya estas son las organizaciones ya comprometidas con la preservación futura de la información (lo están también los archivos y los muesos, pero la experiencia de las bibliotecas es mayor y sobre más diversidad de objetos documentales).
La existencia de repositorios y las orientaciones de servicio y los conocimientos de los bibliotecarios posibilitan que la biblioteca-organización ayude a la institución a la que sirve a conseguir objetivos a través de la información. Hoy los repositorios están realizando la función de proyectar información a la red de forma que esta sea no solo se encuentre en los buscadores sino que además sea fácilmente utilizable por aplicaciones o portales de cara a construir nuevos servicios.
Blanca San José En 2006, en el artículo Colaboraciones y alianzas: la inteligencia social aplicada a las bibliotecas universitarias, decías que “en el siglo XXI la sociedad dominante sería en red… con un funcionamiento más abierto, dinámico y expansivo sin límites… ya que las bibliotecas se desarrollan por su capacidad de cooperar”. ¿Crees que este pronóstico se está cumpliendo en el mundo bibliotecario? En cualquier caso ¿por qué?
 
Lluís Anglada: La primera parte de la cita debe ser a su vez una cita de Manuel Castells. Su obra “La era de la información: economía, sociedad y cultura” me ha influido mucho. Creo que da algunas claves para entender esta época del cambio de siglo y que señala algunos cambios que son sustanciales para la comprensión de nuestro presente y prepararse para el futuro. Una de ellas es que las cosas ya no se van a hacer de la misma manera que se hicieron en el pasado y esto no es debido a que la tecnología usada sea o vaya a ser distinta, sino que los grupos tienen de organizarse va a ser distinta. El cambio que destaca Castells es que la organización jerárquica, vertical y en forma de árbol, de los grupos se debilitará y que formas colaborativas, horizontales y en forma de red adquirirán más relevancia. Esto no tiene pretensiones de contenido ético, es descriptivo. La sociedad red puede contener tantas injusticias o más que la sociedad árbol, pero es la forma de organizarse de una sociedad distinta, no diferente, sino paradigmáticamente distinta. La importancia que han tomado las redes sociales en nuestras vidas es un ejemplo de ello. Las tecnologías han hecho emerger una capacidad de socialización que los humanos teníamos en estado latente pero que no habíamos desarrollado por falta de medios.
Esto tiene consecuencias en la organización social a diferentes escalas y también en la organización corporativa del trabajo y los servicios. Hacer cosas juntos es más fácil y las barreras tradicionales (entre comunidades, entre instituciones, entre objetos) pierden importancia. A nivel bibliotecario esto es así también y las posibilidades, por ejemplo,  de  crear catálogos colectivos nacionales, continentales o mundiales son mucho mayores. Pero lo sustancial aquí no es que los vayamos a hacer porqué son tecnológicamente posibles, sino porqué serán socialmente necesarios. La tecnología solo es potenciadora de lo que subyace como necesidad humana. Algunas invenciones pueden ser una muestra admirable del ingenio humano, pero no encontraran lugar en la vida social sino responden a una necesidad determinada. Creo que esto es un aspecto que no se puede soslayar. Las bibliotecas acercan información a las personas y para hacerlo tienen en las demás bibliotecas a suministradores de información, ¿por qué no utilizarse mutuamente, pues, para prestar mejor servicio?
Lorcan Dempsey resume este postulado de futuro afirmando que las bibliotecas son entidades multi-institucionles. Con ello –interpreto yo- está diciendo que la biblioteca es un centro independiente prestador de servicios que usa productos producidos por la red de sus congéneres: otras bibliotecas. La agrupación de las bibliotecas en alianzas, consorcios, asociaciones, etc. Nos permite crear servicios que potencian los propios hasta extremos no imaginables en el pasado. Esta es nuestra fuerza, ser organizaciones bien preparadas para trabajar en red.
Blanca San José En 2010 en una análisis sobre la situación de las bibliotecas“Bibliotecas: un enfermo con una mala salud de hierro” decías que “los avances tecnológicos y la exuberancia de la información digital habían producido cambios en los hábitos y expectativas de los usuarios”. ¿Crees que estos cambios de hábitos y expectativas de los usuarios que requieren cada vez mayor volumen de información en línea?
 
Lluís Anglada: Estamos en un momento de cambio importante y se hace difícil calibrar cómo será la nueva realidad. Karen Calhoun en su magnífico libro “Digital libraries: foundations, practice, prospects” hace la biografía de las bibliotecas digitales y sitúa su nacimiento en 1991. Valga esto para señalar que vivimos en la tierna infancia de la información digital y en red. Las formas más consolidadas de expresión literaria, científica y cultual (los libros, las revistas y las bases de datos) están mutando y con sus cambios emergen nuevos tipos de documentos, nuevos usos de la información y nuevas formas de consumo. En el pasado creímos que podíamos acercarnos a los usos de la información de forma científica previendo su uso. Así en los años 60 y 70 las bibliotecas con más recursos construyeron colecciones que pretendían (just-in-case) anticiparse a las necesidades de sus usuarios. Pero la interdisciplinariedad del conocimiento y la inmensa capacidad humana de encontrar nuevos puntos de vista hacen que esta pretensión fracase.  Cuando los sistemas para acceder a la información eran más limitados que los actuales, los usuarios usaban sistemas restringidos, por ejemplo, seguir los artículos publicados en las 8-12 revistas clave de la especialidad. Ahora que dentro de un entorno de biblioteca podemos acceder con facilidad a la práctica totalidad de la bibliografía publicada, las pautas de uso reflejan que el número de revistas que los investigadores usan se ha ampliado mucho.
¿Podemos anticipar algunas nuevas formas de uso? Brevemente, es probable que el uso de la información sea más global, más social, integrado en los flujos de lo cotidiano y regido más por la conveniencia que por la calidad. Más global porqué disminuirán las restricciones para acceder a la información; en el entorno científico es de prever que el Open Access se generalice y que dentro de poco cualquier científico pueda leer cualquier artículo de su materia. Más social porqué, entre tanta abundancia, la elección de lo que se va a usar estará regida por mecanismos sociales; la citación es uno de ellos, pero las recomendaciones explicitas o implícitas serán otro. Al contrario de lo que se supone, actualmente la mayor parte de visitas a un recurso digital no proviene de una búsqueda en Google sino de un click a un enlace. Más integrada en lo cotidiano porque somos cada vez más consumidores de información y con menos tiempo para hacerlo; esto hará que nuestros sitios preferidos (periódicos, revistas, puerta de entrada a alguna de las redes sociales que usemos, página web de la biblioteca…) sean dispensadores privilegiados e información que consideraremos usar antes de ir a un buscador. Finalmente, en este mundo de información abundante y tiempo escaso, lo más mejor será substituido por lo suficientemente bueno.
Blanca San José En tu blog Bdig (biblioteques digitals i cooperación), el pasado día 10 de febrero publicaste el post Poner en valor la biblioteca, en el dices que “la valorización de las bibliotecas pasa por dos ejes. Uno es la traducción económica de sus servicios… y otra es mostrar la contribución de la biblioteca a las finalidades de la entidad a la que sirve.” ¿Puedes decirnos cuales crees que son las líneas de actuación para trabajar en ambos fines?  
 
Lluís Anglada: Esta es fácil. La traducción económica del valor de la biblioteca significa encontrar algún tipo de medidor que traduzca los servicios prestados en un equivalente económico del tipo ‘esto que usted ha usado tendría un valor de mercado de tantos euros’. En esta línea estaría el reciente estudio de Fesabid “El valor económico y social de los servicios de información: bibliotecas”. Yo personalmente soy algo escéptico con respecto a esta aproximación no es que no la crea útil, pero no la creo definitiva.
Creo más en la utilidad de trabajar en el segundo eje. Dado que toda biblioteca es un instrumento de una organización o colectividad, la valorización definitiva de la biblioteca pasaría por mostrar en qué grado los servicios de ésta contribuyen a realizar las finalidades de la institución a la que la biblioteca sirve. Así se están haciendo estudios que intentan mostrar que a mejores servicios bibliotecarios les corresponden mejores resultados académicos de los estudiantes de una universidad o que las bibliotecas municipales contribuyen a la cohesión social y alimenta el capital social y la confianza.
No es un camino fácil pero a mi entender es el camino definitivo. En el pasado las bibliotecas no fueron nunca cuestionadas por caras y esto fue así porqué se veían indispensables. La necesidad de mostrar nuestro valor ha surgido paralelamente a la duda social de nuestra necesidad: ¿para qué bibliotecas si todo está en la red? No convenceremos a nuestros conciudadanos con argumentos economicistas, sino mostrándoles que con más y mejores bibliotecas las colectividades que las sustentan tendrán más y mejores resultados. En la vida personal, en la laboral y en la social.

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