Buenas prácticas

Buenas prácticas

Manuel Gil / antinomiaslibro.wordpress.com 

Comencé  a hablar de la necesidad de un Código de Buenas Prácticas en la industria del libro en España hace ya más de siete años. La vulneración de la Ley del Libro, en muchos casos flagrante, así como la proliferación de venta indiscriminada al margen de los canales me hacían ver la necesidad de este código, cuyo desarrollo y cumplimiento previene de malas prácticas a una industria y muestra, en gran medida, la madurez estructural de una industria. Y aunque en España el sector se articula por la “Ley  10/2007, de la lectura, del libro y de las bibliotecas“, observaba como muy necesario el desarrollo de un código de buenas prácticas comerciales, de manera que le he insistido en varias ocasiones  a CEGAL en esta línea, pues entendía que debían ser las librerías las que tomarán la iniciativa.

En mi caso tengo siempre tengo la tentación de mirar a Francia, país en el que la industria del libro tiene un tratamiento exquisito por parte de los poderes públicos, con un apoyo a la cultura de enorme calado, proyección y transversalidad,, como así se puso de manifiesto en el encuentro “Salvar la Cultura”, organizado por la Fundación Alternativas y la Fundación Santillana. En este evento se presentó el informe de Jordí Baltá “El ejemplo francés. Cómo protege Francia la cultura”, de lectura obligatoria y reflexión profunda, y que viene a poner en valor una protección que se echa en falta en otras partes. Pero lo que me interesa reseñar es la existencia de un  “Código de Buenas Prácticas” en ese país desde 1991, y que han ido adaptando en años sucesivos, es decir, en 2001, 2008 y 2014, adaptación que proviene del surgimiento de nuevos ecosistemas del  libro. El código se puede leer en la página del “Sindicato Nacional de la Edición“.

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Pero lo que me llama la atención es leer que también la industria del libro de Argentina ha puesto en marcha un “Código de Buenas Prácticas“. El acuerdo reafirma las normas de buenas prácticas comerciales, con especial énfasis en el respeto a la Ley 25542, Ley de defensa de actividad librera, y las leyes  25116 y 24220 de lealtad comercial y defensa al consumidor. Este acuerdo empezó a gestarse en una reunión de libreros en a mediados de 2015, surgiendo un manifiesto que fue firmado por alrededor de 400 libreros de todo el país.

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El acuerdo está suscrito por las tres Cámaras del país, la Cámara de Publicaciones (CAP), la Cámara  del Libro (CAL) y la Cámara de Librerías (CAPLA), es decir, la totalidad del sector.  El acuerdo firmado en Argentina es interesante de leer, pero lo que me demuestra es la necesidad de poner en marcha lo mismo aquí. No sé si en el Congreso Intersectorial que se está preparando en Madrid para dentro de un par de meses, este tema aparecerá como necesario en el debate, a mi juicio es completamente imprescindible y perentorio. Es un signo de madurez de una industria. Sin él, las librerías seguirán siendo ninguneadas, y esto es un lujo que no estamos en disposición de permitirnos, y quizá mucho menos en los tiempos que corren y, sobre todo, los que pueden venir.

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