Claroscuros del libro electrónico: a modo de balance del #NODRMDAY |

Claroscuros del libro electrónico: a modo de balance del #NODRMDAY | razonamiento de un editor.

De . razonamiento de un editor  12/05/2014

Nada tiene un anverso sin reverso y el mundo editorial no es excepcional.

Si por un lado una parte del mundo editorial entiende (o va entendiendo) que libro impreso y libro electrónico de un mismo título son hermanos, no el mismo sujeto. Con esta idea entiende (o va entendiendo) que debe ofrecer un producto distinto conforme a cada formato: el futuro del libro enriquecido (y del libro electrónico en general) se despeja, parece, cuanto menos desde un punto de vista conceptual.

Por otra existen varios escollos que el mismo sector editorial no elimina (o no da la impresión de querer eliminar).

Uno de ellos, ya he hablado de él, es la existencia de restricciones al uso y plena explotación del formato digital, ePUB3 para poner nombre y apellidos, en los distintos aparatos lectores. Si este aspecto no se resuelve partiendo de los mismos productores de aparatos, la invitación a hackearlos con sistemas alternativos será cada vez más evidente y la acción más acentuada. Veremos si entonces tenderemos piratas y además sus primos bucaneros.

Pero no es solo eso. Otro punto es el mismo DRM (O Digital Restriction Management) implementado por editoriales, distribuidores y constructores de ereaders (en el caso de Amazon un todo en uno, con un sistema propietario que a efectos prácticos equivales a un DRM). Del DRM ya he hablado aquí.

Sin embargo, la siempre más presente tentación de construir jardines vallados por parte de editoriales o distribuidores de libros electrónicos está llevando a la construcción de nuevos sistemas de DRM menos perceptibles, tal y como atestigua EFF. El mismo W3, el organismo que trabajo los estándar de la red ha aceptado desarrollar un sistema llamado EME (Encrypted Media Extensions), un complemento del estándar HTML5 y que consiste en dar un soporte al DRM ya dentro de los navegadores: con la apariencia de una elemento más de la red tendríamos herramientas para cerrar y controlar los contenidos y trazar las preferencias de los lectores. Por ahora se trata de un borrador, pero su camino continua y se ha abierto la puerta para solicitar nuevas formas de control a través del W3C. Añadamos a prácticas como esta el famoso Big Data, facilitado todavía más por el EME. El resultado no es alentador para el lector.

Un aspecto más concreto de la violación de los derechos el lector es la alienación de la propiedad.

En el pasado ya hemos visto ‘perder’ títulos adquiridos por los lectores por una violación del editor, por un fin de contrato de comercialización, quizá, y cuya solución fue la sustitución de unos títulos por otros: ¿permitiríamos esto en un entorno analógico? Lo dudo. Abundo. Recientemente un evento reafirma cuanto, ciertas posiciones editoriales y el uso de medios restrictivos para el acceso a los libros electrónicos, ya adquiridos, perjudican al lector y violan sus derechos. Los chicos de la Universidad de Aspen que han comprado sus libros electrónicos no son su posesores:

“Unfortunately, first sale has been under threat in the digital realm, as copyright holders increasingly insist on saddling “sales” with onerous restrictions. You may think you are buying a product (like softwaremusic andebooks), but as far as they are concerned, you are just renting it, on their terms, whether you know it or not.

Es evidente que privando de la posesión de un bien adquirido se impide la creación de un mercado de libros electrónicos de segunda mano. Pero no solo. Si como se ha dicho, el préstamo entre amigos de libros electrónicos es el próximo tema candente, posiciones como estas troncar antes de nacer esta posibilidad.

La suma de estrategias de control y vigilancia del lector, de restricciones de uso de libro electrónico pone serios límites a la lectura digital que el último manifiesto de EBLIDA necesariamente no recoge y que cualquiera de las declaraciones de los derechos del lector (en sus muchas versiones) no parecen ser capaces de contrarrestar, principalmente por ser externas al sector.

Creo que este, el hecho de que las editoriales sean ajenas al desarrollo del libro electrónico, es el factor principal de la situación que vive, una especie de limbo. No es de extrañar. Desde los ochenta la editoriales han optado por una serie de externalizaciones que se ha revelado fatales, pues eran externalizaciones de elementos estratégicos a las puertas de la época.

Y sin embargo las editoriales siguen siendo la cara del sector, el punto focal del rechazo de estas prácticas, sean o no responsables de ellas. Es por ello que una reacción es la de construir ‘ecosistemas cerrados’, que es la forma áulica de denominar a los sistemas cerrados y controlados de edición-venta-control del libro electrónico; en otras palabras, hagamos como Amazon.

La respuesta más inteligente no obstante sería otra. La respuesta inteligente sería la de desquiciar el sistema no participando en él.

Las editoriales podrían subvertir el balance:

  • sellando una alianza con los lectores en favor de sistemas no controlados y voluntarios de filiación;
  • desarrollando software abierto e inclusivo y participando en W3C e iniciativas como Readium. Es cierto que no todas las editoriales pueden hacerse cargo de estos costes, pero ¿por qué no propones una forma conjunta, consorciada, coral, en al que cada cual aporte lo que pueda, dinero, programadores, maquetadores?
  • afirmando los derechos de los lectores como parte de la propia política empresarial y editorial.

La alternativa a esto es quedarse fuera de juego, arrinconados en la inacción y siempre menos protagonistas del devenir de la edición.

Más información sobre DRM y sistemas de control en www.eff.org

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