De la Librería Madero a Ediciones Era | negritasycursivas

De la Librería Madero a Ediciones Era | negritasycursivas.

Josep Mengual Català, Publicado en 20 junio, 2014.

Juan Miguel de Mora, ex brigadista,

excelente escritor y tertuliano de primera.

Ediciones Era quizá sea una de las editoriales independientes mexicanas más conocidas y reputadas internacionalmente, pero sus inicios en 1960 poco podían hacerlo presagiar. Uno de los impulsores de esa iniciativa, el pintor y diseñador gráficoVicente Rojo (Barcelona, 1932), que llegó a México en 1949, ha dejado testimonio de las circunstancias en que nació la editorial:

En 1959 propuse a José [Hernández] Azorín y los hermanos [Neus, Jordi y Francisco] Espresate, mis amigos y colaboradores en la imprenta Madero (Ciudad de México), la creación de una pequeña editorial cuyos libros se pudiesen imprimir en los tiempos en que las máquinas estaban inactivas. El proyecto contó con el apoyo entusiasta de don Tomás Espresate, quien puso una sola condición: que la editorial estuviera compuesta por jóvenes (ninguno de nosotros contaba aún con treinta años).

Max Aub, Juan Goytisolo y Vicente Rojo.

Max Aub, Juan Goytisolo y Vicente Rojo.

El grupo iniciador de la editorial, pues, estaba compuesto por jóvenes militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas, una organización política surgida en los meses previos al inicio de la guerra civil española como resultado de la fusión de la Unión de Juventudes Comunistas de España (PCE) y las Juventudes Socialistas de España (PSOE), y con el tiempo a su alrededor crearon un grupo de colaboradores entre los que abundaban los exiliados o hijos de exiliados (Pili Alonso, Fernández del Real, Nuria Galizpiendo, Adolfo Sánchez Rebolledo…). Casi desde el primer momento, Ediciones Era se posicionó como una de las editoriales jóvenes más interesantes, pero nada de ello hubiera sido posible sin el estímulo (y la financiación, en forma de un crédito de 100.000 pesos) de un personaje tan fascinante como  Tomás Espresate Pons (Portbou, 1904-México, 1994), a quien sus hijos Jordi y Neus Espresate Xirau editaron Las guerras del avi. Recuerdos (1904-1994), publicado en Veracruz en 2012.

Antes de la guerra civil, Tomás Espresate había iniciado una ascendente carrera política (al tiempo que se desempeñaba como agente de aduanas), en el seno del PSOE y del sindicato UGT, y ya no abandonó su compromiso político. Al entrar las tropas franquistas en Barcelona, a donde le había llevado un agitado periplo, pasó a Francia por Portbou,  y de ahí a París, donde trabajó para el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles hasta que la amenaza de las tropas nazis le llevó ya en 1940 a Marsella. Cuando finalmente se embarcó en el Nyassa con destino a México, en 1942, dejaba atrás a sus hijos, que proseguían su escolarización en la Barcelona ocupada.

Recién llegado a la capital mexicana, Espresate empieza a trabajar en el Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles, pero al mismo tiempo crea una empresa de exportación de productos textiles (Comercial Espresate). Sus inicios en el mundo de los libros casi coinciden con el momento en que por fin consigue reunirse con sus hijos. En 1946, se asocia con Enrique Naval (Zaragoza, 1901- México 1958), abogado que durante la guerra había sido secretario general del Ministerio de Instrucción Públicay responsable de los servicios de propaganda. Naval (que al término de la guerra pasó por el campo de refugiados de Saint Cyprien) tenía además una cierta experiencia en el mundo editorial, pues con Epifanio Madrid habían puesto en marcha la fugaz editorial Bajel. Juntos, Naval y Espresate crean Crédito Editorial, que dura apenas dos años.

Sin embargo, la empresa que le vale a Tomás Espresate un lugar de honor en la historia de los libros e incluso en la historia cultural de México, la mítica Librería Madero, abre sus puertas a mediados del siglo XX en la calle Madero, 12, especializándose en libros antiguos, raros y lujosos, y al cabo de tres años amplía su radio de acción con la creación de la Imprenta Madero, que empezó a funcionar con una sola máquina de 50 x 70 en la calle Amberes (posteriormente, al ampliar el negocio con tres máquinas más, se trasladaría a Aniceto Ortega). En la Imprenta Madero, además Vicente Rojo, José Azorín y Tomás y Jordi Espresate se formó un nutrido grupo de profesionales de las artes gráficas, como Hipólito Galván, Roberto Muñoz, Antonio González,Carlos Maldonado, Pilar Ríos, Candelaria Montiel o Efraín Morales. Carlos Monsiváis evocó el ambiente de la Imprenta Madero en los años iniciales de Era en los siguientes términos:

Un local no muy amplio en las cercanías de la avenida Universidad, la Imprenta Madero que edita entre otras maravillas, el Boletín de la URSS, los trabajadores, los escritores que se suceden unos a otros, y en un despacho Vicente Rojo, Neus Espresate y José Azorín discuten, revisan pruebas, y examinan con orgullo autocrítico (angustia optimista) sus primeras portadas.

Neus Espresate Xirau (Canfrac, 1934).

La importancia de la Madero como punto de innovación en el ámbito de las artes gráficas mexicanas fue hasta tal punto importante, que en el seno de esta innovadora imprenta surge y toma su nombre de ella un muy nutrido grupo de diseñadores y profesionales a los que caracteriza el haberse formado y experimentado en contacto directo con el trabajo a pie de imprenta y que tuvo una influencia más que notable en las décadas posteriores (Santiago Robles Bonfil, Adolfo Falcón, Rafael López Castro, Bernardo Recamier, Germán Montalvo, Efraín Herrera, Peggy Espinosa, María Figueroa…).

Entierro en México de Emilio Prados. Puede reconocerse a León Felipe en primer término, a Max Aub tras él y a Juan Rejano (el tercero a la derecha).

Por su parte, la librería se convirtió desde el primer momento en punto de importantes tertulias sobre los más diversos temas, por las que desfilaron toda una pléyade de intelectuales españoles exiliados en el Distrito Federal, como el poeta malagueño José Moreno Villa (1887-1955), la escritora y diputada feminista Margarita Nelken (1894-1968) o el escritor del exilio republicano por excelencia, León Felipe (Felipe Camino Galicia de la Rosa, 1884-1968), pero también de otros más jóvenes, como los cineastas Luis Buñuel (1900-1983) y Carlos Velo (1909-1988), entre otros mucho, y llegado el momento, también de los creadores de Ediciones Era. La Madero se planteó ya desde el principio como un punto de reunión y de intercambio para personas con unos intereses comunes, y trasladaba a México la inveterada costumbre peninsular de las tertulias que invadió también los cafés. Posteriormente la regentaron, en su larga historia, la editora catalana Ana María Cama (cuñada de Vicente Rojo) y a partir de 1988 Enrique Fuentes Castilla.

MacbethYa en 1954 la Madero, para conmemorar el fin de año y destinada a los clientes y amigos más habituales, hizo una pequeña tirada no venal de una obra importante, la paráfrasis shakesperiana que León Felipe tituló Macbeth o el asesino del sueño (de la que Alejandro Finisterre hizo otra edición en 1974). Se trata de un pequeño volumen (31 x 20 cm) de tan sólo 46 páginas y encuadernado en rústica con solapas, en el que destaca de un modo muy particular la labor de Vicente Rojo, autor de la impactante portada a dos tintas. Y a éste seguirían otros, como Aurora encadenada, poemas españoles de ira y esperanza, del poeta hispnomexicano Gabriel García Narezo en 1955, 26 poemas seleccionados por Vicente Rojo (Machado, López Velarde, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Lorca, Neruda, León Felipe, César Vallejo, Alberti, Borges, Prados, Alí Chumacero, Rosario Castellanos, Blas de Otero, Celaya…) en 1956, una recopilación de Poesías de Gil Vicente en 1957 (también con portada de Rojo) o el Diccionario de ideas de Massimo Bontempelli, en traducción de José Emilio Pacheco, en 1962.

Esta costumbre que se convirtió en tradición, coincide precisamente en el tiempo con la incorporación a la imprenta de Vicente Rojo, en 1954, quien se ocupaba inicialmente de la selección tipográfica (con marcada preferencia por las Bodoni y las Egipcias), y que formó un tándem muy productivo con José Azorín. Sin embargo, la idea de quienes pusieron en pie las Ediciones Era iba mucho más allá de la publicación anual o ocasional.

Con dos libros del excelente historiador y ensayista Fernando Benítez (1912-2000), a quien Rojo había conocido en sus iniciales aventuras en suplementos culturales, se pusieron a andar las dos primeras colecciones de Era (Ancho Mundo y Biblioteca Era), pero, centrada en temas filosóficos, económicos y sociales, y en humanidades en un sentido amplio, Era destacó también muy pronto como descubridora de los grandes autores literarios de su tiempo, de Rosario Castellanos (1925-1974) a Carlos Monsiváis (1938-2010) o del recientemente fallecido José Emilio Pacheco (1939-2014) a la recientemente galardonada con el Premio Cervantes Elena Poniatowska  (n. 1932).

Ediciones Era se posicionó desde su nacimiento en octubre de 1960 como un proyecto claramente social y políticamente combativo, como una editorial de izquierda, y que ocasionalmente puso de manifiesto sus raíces intelectuales con la publicación de obras del exilio republicano español, como es el caso de Menesteos, marinero de abril (1965), de María Teresa León, la Poesía española contemporánea, de Max Aub (1969), quien además hizo importantes trabajos editoriales para la casa, el guión de André Malraux de Sierra de Teruel con prólogo del propio Aub, o particularmente Las ideas estéticas de Marx (1965) y Estética y marxismo (1970), de Sánchez Vázquez, obras todas ellas que encajan perfectamente en el propósito expresado por la propia directora de la editorial, Neus Espresate, de publicar en México lo que no se podía publicar en España, y más en concreto lo que hacía referencia a la guerra civil, y procurar luego introducirlo en la Península. También los hispanomexicanos, que compartían formación y circunstancias con los fundadores de la editorial encontraron allí su oportunidad, pues en Era pudieron dar a conocer sus primeras obras autores luego tan importantes como Jomi García Ascot (Un otoño en el aire,1964), Luis Rius (Canciones de amor y sombra,1965) o Tomás Segovia (Historias y poemas, 1968).

En su siempre recomendable libro sobre la edición catalana en México, Teresa Férriz recoge una sucinta y potente cita de Víctor Ronquillo que caracteriza en pocas palabras la importancia que con el tiempo adquiría ese proyecto:

ERA es una editoral a la que los lectores debemos uno de los catálogos más ricos e influyentes, y que incluye la obra de los más prestigiados autores contemporáneos en ediciones logradas, no sólo con esmero editorial, sino también con talento artístico.

 Fuentes:

AA.VV., “Entrevista con Neus Espresate y Vicente Rojo”, Ediciones Era, 35 años, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1995, pp. 61-83.

Neus Espresate y Vicente Rojo en las oficinas de ERA.

Valeria Añón, “Editorial Era y Joaquín Mortiz, de los comienzos al catálogo”, Actas del Primer Coloquio Argentino de Estudios sobre el Libro y la Edición, 2012 Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP – CONICET) Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.Universidad Nacional de La Plata.

Adolfo Castañón, “Enrique Fuentes, un librero anticuario”, Letras Libres, octubre de 2008.

Teresa Férriz Roure, La edición catalana en México, Guadalajara, El Colegio de Jalisco, 1998. La cita de Victor Ronquillo procede originalmente de “Editores en México. Nace un libro”, Memoria de Papel, México, año 4, núm. 9 (marzo de 1994), pp. 4-42.

Antonio Lago Carballo y Nicanor Gómez Villegas, Un viaje de ida y vuelta. La edición española e iberoamericana (1936-1975), Madrid, Siruela, 2006.

André Malraux, Sierra de Teruel (Era, 1968).

Abdón Mateos, “Tomás Espresate“, en Cátedra del Exilio.

Elena Poniatowska, “Doctorado honoris causa de la UAM a Neus Espresate”, La Jornada, 8 de marzo de 2011.

Claudio H. Vargas, “Alabanza de una empresa. Los primeros cincuenta años de Era”, Crisol Plural, 2 de octubre de 2011.

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