Editrain se ha hundido y sólo Jaime Brull sabe cómo ha sido | verba volant, scripta manent

via Editrain se ha hundido y sólo Jaime Brull sabe cómo ha sido | verba volant, scripta manent.

A mediados del pasado mes de Julio, mientras conducía, recibí una llamada un tanto extraña. Pude detenerme y coger el teléfono. Al otro lado de la línea una voz nerviosa, que más tarde supe era Jaime Brull, me decía que no me preocupara de nada, que lo que se me debía se me abonaría en septiembre u octubre. Lo cierto es que hasta ese momento yo no estaba preocupado, mis facturas pendientes con Editrain apenas habían vencido y ya conocía la crónica demora en los pagos.

Al cabo de pocos días una profesora de Editrain me mandó un e-mail preguntándome si sabía algo del cierre de la empresa y del despido de la mitad de la plantilla. Le respondí que no sabía nada, que me parecía muy raro pero que en un par de días –el 17 de julio– debía asistir a la presentación de los proyectos del máster en el que impartí clase el pasado abril y que preguntaría qué pasaba. No hizo falta preguntar: la sede de la empresa en Barcelona había cancelado toda la programación de aquellos cursos que no hubieran empezado, habían echado sin indemnización a casi todos los trabajadores –también en Madrid– y los que quedaban estaban sin aliento. Ahí también supe que éramos muchos los que habíamos recibido esa extraña llamada.

El de Editrain –no busquen su web, ya no es accesible– es un final traicionero y tramposo, perpetrado con veraniega desfachatez. Ha dejado colgados de la brocha a entre cien y doscientos profesores, con deudas que, en algunos casos, alcanzan los quince mil euros; el global puede sobrepasar los doscientos mil euros de deuda. Ninguno de los profesores ha cobrado nada de lo impartido en 2014 y muchos todavía tenían pagos pendientes de 2013. A los trabajadores los han mandado al FOGASA, ese limbo en el que si tienes suerte la espera de una escuálida indemnización se alarga meses. El número de despedidos en julio estaba en el límite de la presentación de un ERE, escenario aterrador para Jaime Brull, propietario de la empresa, pues eso le hubiera obligado a un strip-tease ante el Departamento de Trabajo. Según el Estatuto de los Trabajadores (Artículo 51. Despido colectivo) no podrá echar a más empleados hasta pasados noventa días si no quiere exponerse a un ERE o a la nulidad de los despidos, con lo cual la sociedad no puede disolverse hasta finales de septiembre o principios de octubre si no quiere complicarse mucho más la vida. La sede de Madrid, en la Casa del Lector, ya fue abandonada en julio pasado –con rumores de impago del alquiler al propietario, la Fundación Germán Sánchez Ruipérez– y se largaron a las instalaciones de Pozuelo de Alarcón. La de Barcelona está cerrada.

El hundimiento de un buque (casi) insumergible

No hay mal que cien años dure ni barco insumergible, pero tanto la magnitud como el modelo de negocio de Editrain hacían a la empresa tan robusta como difícil de hundir en tan corto lapso de tiempo. El culpable del desastre no es la gran crisis cual enorme iceberg despanzurrando el casco de la nave en una fría noche; aquí el iceberg toma la forma de algo más siniestro, más concreto y más humano. Una pequeña parte será achacable a la crisis con el concurso necesario de una buena ración de incompetencia pero para hundir una empresa que iba bien en 2012 –y, como veremos, tenía que ir bien en 2013– es necesaria cierta dosis de… cómo decirlo… gestión voluble y moral distraída.

Para entender lo que ha pasado no podemos echar mano de las explicaciones de Jaime Brull porque las que ha dado son pueriles –“crisis, deudas, blablablá…”– y porque no ha respondido a ninguna pregunta concreta. El que suscribe le mandó un e-mail a finales de julio invitándole a dar su versión del caso, pero no hubo respuesta. Tampoco podemos echar mano de lo que han dicho algunos de sus principales clientes como la Federación de Gremios de Editores de España, porque se limitaron a responder, desde su rincón mental a mediados del siglo XX, que “En estos momentos estamos de vacaciones y no podemos contestar a su e-mail”. Poco podemos hacer con la respuesta del Gremio de Editores de Catalunya, que tras glosar lo muy comprometidos que están con la formación se despacharon con un lacónico:

En aquests moments, no disposem d’informació suficient sobre la situació econòmica d’EDITRAIN i, per tant, no podem fer judicis precipitats que poden resultar injustos o erronis.

De lo cual no dudo en absoluto porque me consta que tuvo que ser el personal de la empresa en Barcelona quien les comunicara el cierre del chiringuito. En los periódicos no ha salido nada, y eso que la Asociación de Editores de Diarios Españoles, laAsociación de Prensa Profesional y la Asociación de Revistas de Información eran clientes de Editrain.

Deberemos entender lo que ha pasado mediante aquello que sí conocemos: el modelo de negocio, el modelo de ingresos y las cuentas publicadas en el Registro Mercantil hasta 2012 con estimaciones de 2013.

Modelo de negocio e ingresos

Editrain está inscrita en el CNAE con el epígrafe 8559, que corresponde, literalmente, a “Otra educación n.c.o.p.” o traducido al habla vulgar, educación y enseñanza que no puede asignarse a un nivel determinado, normalmente por estar fuera de plan académico reconocido u otra enseñanza reglada. Eso no fue problema para que Editrain consiguiera ofrecer formación reglada mediante la adscripción a universidades como la de Alcalá, como hacen muchos otros centros formativos del mismo tipo. Como objeto social constaba:

La edición, comercialización, importación y exportación de toda clase de libros y publicaciones en general, así como la prestación de servicios de enseñanza y formación profesional.

Aparentemente este es un sector con un riesgo apreciable pues depende de las inscripciones de los particulares a los cursos. La realidad es más compleja pero también más estable, segura y previsible, al menos en el caso de Editrain. La empresa vivía de vender e impartir formación, pero el modelo de ingresos contaba con una serie de mecanismos que (casi) aseguraban la rentabilidad. Veamos cómo:

Exclusividad: era vox pópuli en el sector editorial que Editrain contaba con la exclusividad, explícita o implícita, total o parcial, de la Federación de Gremios de Editores de España y de otras instituciones del sector. Esto aseguraba, año tras año, un caudal relativamente estable de dinero. Según fuentes fiables en 2013 y 2014 no hubo cambios sustanciales en los tratos con estas instituciones y la facturación con ellas se mantuvo estable. Al parecer todas ellas estaban al corriente de pago.

Cursos bonificados y subvencionados: una parte muy importante del negocio de Editrain provenía de los cursos bonificados y subvencionados. En palabras de laFundación Tripartita, organización estatal sin ánimo de lucro que gestiona los recursos públicos destinados al efecto y en la que están representadas empresas y sindicatos, los cursos bonificados consisten en:

[…] una ayuda económica que se hace efectiva mediante bonificaciones en las cotizaciones a la Seguridad Social.

La empresa puede decidir qué formación necesita, cómo y cuándo la realiza y organizarla bien por sí misma, bien agrupándose con otras empresas delegando todos los trámites en una entidad organizadora [la FGEE realizaba este papel organizador entre los editores].

Esta iniciativa incluye los Permisos Individuales de Formación (PIF) que la empresa autoriza a un trabajador para que curse estudios con acreditación oficial, incluidos los títulos y los certificados de profesionalidad.

Mientras que la formación subvencionada:

La formación de oferta o formación subvencionada apoya a las empresas en la mejora de su competitividad y cumple con las aspiraciones de promoción profesional y desarrollo personal de los trabajadores, quienes mejoran sus competencias y habilidades para el desempeño de su ocupación o para su paso a otros sectores emergentes en los que se crea empleo.

Los cursos de formación los ofrecen, de manera gratuita, las organizaciones empresariales y sindicales, las de economía social y trabajadores autónomos, y los centros y entidades de formación debidamente inscritos y acreditados.

El resultado es un sistema con el que empresas, trabajadores y parados pueden beneficiarse de una formación gratuita cuya gestión está supervisada por el Estado y las Comunidades Autónomas. Para entendernos, los cursos que Editrain organizaba por encargo de la FGEE o el Gremio de Editores de Catalunya estaban financiados con este sistema y los cursos que encargaban empresas como Planeta también, aunque en este caso su gratuidad era indirecta vía descuentos equivalentes en cuotas de la Seguridad Social. Ni a la FGEE, ni al Gremio ni a Planeta estos cursos les costaban un duro –cosa que no obsta para que encargaran otros cursos de pago a otras entidades.

Todo esto es legal y, si se gestiona bien, no tiene ningún problema. Estos cursos tienen el cobro asegurado, si no se alcanza un número mínimo de alumnos no se realiza la formación y, por lo tanto, sólo se realizan aquellos cursos cuyo coste ha sido cubierto y generan el margen esperado. Lo importante, en este caso, es que quien está detrás del dinero es el Estado y otras instituciones sectoriales, públicas o privadas, que reciben el dinero público para gestionar la formación. Editrain estaba al final de la cadena y es quien se lucraba con ese dinero. Tener pérdidas con un mecanismo como el descrito no es imposible, pero hay que hacerlo mal para pillarse los dedos.

Cursos no subvencionados ni bonificados de rentabilidad previsible: Editrain también impartía formación no subvencionada ni bonificada que debían pagar los alumnos, pues no entraba dentro de los criterios de formación pagada por la Fundación Tripartita. Tampoco en este caso había demasiado riesgo pues, una vez más, sólo se impartían aquellos cursos con suficientes alumnos inscritos con el añadido que el pago se realizaba con anterioridad a la formación. Por lo tanto sólo empezaban aquellos cursos que ya hubieran cubierto costes y generado rentabilidad. El único peligro era quedarse sin alumnos con los que llenar los cursos pero no era el caso. Una vez más, hay que ser lerdo para perder dinero.

Liquidez y flujo de caja constantes: dos cosas gustan a los bancos, las propiedades con las que garantizar un préstamo y los flujos de caja abundantes y previsibles porque, aunque no dejen un gran margen, aseguran cierta liquidez y, con ella, la satisfacción de los compromisos adquiridos por el empresario. Puede que Editrain no tuviera propiedades –al parecer estaba de alquiler en todas partes– pero lo que sí tenía era un flujo de caja constante y abundante, un grifo que no dejaba de manar en todo el año y, más importante todavía, la garantía del dinero del Estado. Las Administraciones Públicas pagan tarde y mal, pero la Fundación Tripartita, por su particular funcionamiento, paga cada año lo que toca. Música para los oídos de un banco, música que permite que ciertas pólizas de crédito sigan abiertas a su adecuado ritmo.

Show me the money

Las cuentas presentadas ante el Registro Mercantil respaldan la visión de un modelo de negocio e ingresos robusto. Veamos la evolución de las ventas en 2010, 2011 y 2012 más una estimación de 2013 (extraído de un informe financiero elaborado con información del Registro Mercantil y otras fuentes de rating):

EVOLUCIÓN DE VENTAS-

Entre 2011 y 2012 hay una leve disminución de la facturación, pero nada que pudiera presagiar ninguna catástrofe si tenemos en cuenta la rentabilidad de la empresa:

ANÁLISIS PÉRDIDAS GANANCIAS-

Puede que no fuera un negocio con el que hacerse millonario pero ya les gustaría a muchas empresas contar con un margen estable de entre el 9 y el 10% de beneficios en plena crisis. No parece que 2013 fuera mucho peor y, en cualquier caso, Editrain hubiera tenido oxígeno suficiente como para buscar una solución negociada que asegurara la viabilidad a medio plazo. Si lo comparamos con el resto del sector, compuesto por 75 empresas en total, Editrain marchaba mejor que la media:

PÉRDIDAS_GANANCIAS_EDITRAIN-

Sólo el porcentaje de ventas es levemente inferior a la media. Para el resto de conceptos, Editrain estaba por encima o muy por encima y casi doblaba el porcentaje de beneficios sobre ingresos totales de explotación. La mayor diferencia estaba en elEBITDA (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) superior en veinte puntos a la media del sector.

El informe financiero al que he tenido acceso habla de incidencias menores pero el panorama general era bueno:

SITUACIÓN FINANCIERA GENERAL-

Puede que Jaime Brull mintiera reiteradamente en la presentación de sus cuentas. De ser así estaría incurriendo en un delito de falseamiento de cuentas –¿algún abogado en la sala?– como también es punible una insolvencia que no se deba a la marcha normal del negocio sino a jugar de forma temeraria con los recursos de la compañía. Ninguna empresa que vaya bien se hunde de forma tan súbita sin ayuda, del mismo modo que ningún barco en buen estado se hunde sin aporrear el casco. El hundimiento de Editrain no se explica por causas del mercado ¿Cómo es posible que un negocio estable, que ha dado beneficios durante veinte años gracias a un modelo de negocio previsible, se hunda de un año para otro sin causas externas relevantes?

La importancia de Editrain

El hundimiento de Editrain deja un agujero enorme en la formación editorial española, un hueco que se tardará entre meses y años en cubrir. Su oferta formativa tenía nubes y claros, era de calidad irregular pero cumplía un papel sistémico; la desaparición de cualquier actor sistémico debilita la estructura de la que forma parte pero también la retrata. Tal como Manuel Gil escribía en un reciente artículo sobre el tema:

Surge así una reflexión, ¿todas las instituciones del sector que tenían confiada la formación de su gremio a esta empresa no deberían decir algo? ¿Ninguna de estas instituciones está entre los afectados de impago? Lo que parece obvio es que hay muy poco interés en que el tema se divulgue. La formación en España ha sido un caldo de cultivo de chanchullos, enredos y mamoneo diverso, cuando no un entramado de corruptelas, como puede verse en la prensa diaria.

Editrain desaparecerá tras veinte años de historia. Con ella debería desaparecer toda una manera de trabajar y gestionar la edición de este país aunque supongo que nada, nunca, es tan sencillo. Debemos erradicar el clientelismo que ha regido la gestión de los grandes asuntos, un clientelismo heredado de épocas en las que lo importante era contar con un amiguete en el ministerio del ramo, un hombre de paja en la silla de la institución correcta y el beneplácito de algunos conseguidores.

Jaime Brull ha dejado con el culo al aire a tanta gente y lo está haciendo todo tan mal –o tan bien, dependerá del punto de vista– que no creo que pueda seguir trabajando en el sector editorial. Quizás se jubile o se esconda en algún remoto islote. Cuando la empresa haya cerrado, los trabajadores y profesores se hayan recuperado del shock, las acciones legales avancen, Brull se declare insolvente, los medios decidan hablar del asunto y las instituciones del libro se den por aludidas, puede que sepamos qué ha sucedido, por qué y a quien ha beneficiado todo esto.

Jaime Brull ha hundido Editrain por motivos y causas que algún día conoceremos. Posiblemente el dinero de muchos ya estará perdido. Yo no tengo (casi) ninguna esperanza de cobrar porque soy plenamente consciente del país en el que vivo pero me daría por satisfecho si tras tan deprimente espectáculo conseguimos adecentar un poco el sector del libro, tan ilustre de cara a la galería, tan pestilente en según que rincones. Sic transit gloria mundi.

Nota: todos los aludidos en este blog tienen derecho a réplica. También tienen derecho a rectificación si se demuestra que lo que se afirma es erróneo. Pongo a su disposición este blog, ya sea mediante los comentarios o mediante el envío de aclaraciones a mi e-mail (1mes1iguala3@telefonica.net) para el ejercicio de los mencionados derechos. También está a disposición de todos aquellos, afectados o no, que tengan nueva información sobre el caso. Quien quiera disponer del informe citado en este artículo que se ponga en contacto conmigo vía e-mail y se lo mandaré.

 

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