En vista de un mercado para pocos (Argentina)

En vista de un mercado para pocos (Argentina)

Alejandra Rodriguez Ballester / 21/12/2018

Hay un tiempo de balances para el lector, para la lectora? ¿Un momento para hacer el inventario de los libros que nos entusiasmaron, de alguna escritora que descubrimos? Dirán que la lectura quizás sea ajena a este tipo de análisis.

Fuente original: clarin.com En vista de un mercado para pocos – 21/12/2018 – Clarín.com.

Pero hay un acicate, cíclico y universal, que no solo atañe a algunos escritores elegidos, y es el del calendario. El periodismo cultural es en sí mismo una máquina de leer que pone el foco en nuestro tiempo, activa miradas críticas sobre las artes y la literatura, se interroga sobre sus condiciones de producción. En diciembre, los ritos del almanaque nos llevan a hacer una lectura inversa a la realizada durante el año, a pasar la criba sobre lo leído en 2018 y señalar algunos títulos ineludibles entre muchos que merecen atención. Junto a las recomendaciones de los críticos de Ñ, fueron convocados cuatro autores e intelectuales que escribieron para la agencia Télam durante todo 2018, responsables de poner el foco fuera del mercado masivo.

Este año la revista extiende su mirada retrospectiva a las artes escénicas y audiovisuales, al teatro, el cine, las series y la fotografía, que fue tran preeminente. No obstante, en tiempo de balances, no podemos dejar de interrogamos sobre las condiciones de producción de las artes y específicamente de los libros, en un año difícil para los argentinos.

Con una baja pronunciada en las ventas que oscila entre el 30% y el 40% en los últimos tres años, disminución de la producción editorial y cierres de librerías, el mundo del libro siente con fuerza los embates del contexto recesivo. La caída acumulada desde fines de 2015, profundizada luego de la devaluación de agosto y septiembre, disparó la alarma. La Cámara Argentina del Libro (CAL) y la Fundación El libro alertaron a fines de octubre sobre la fragilidad del andamiaje comercial que sostiene ese mercado. Basta repasar las cifras oficiales de la CAL; en 2016 se produjeron 20, 93 millones de ejemplares y el año pasado, 19,09 millones. Hasta noviembre incluido, este año se produjeron 14,04 millones. A diferencia de lo que opinan otras fuentes, los responsables del mundo del libro a quienes consultamos no vincularon esta merma a los cambios de paradigmas culturales, como la masificación del smartphone.

Piezas claves para que los libros lleguen a sus lectores, las librerías son un eslabón vulnerable de la cadena: 70% de las ventas se realizan a través de ellas. “Estamos en un entorno recesivo, con caída en las ventas y aumento de los costos y los servicios. La consecuencia en la pérdida de la rentablidad es contundente”, resumió ante la consulta de Ñ Ecequiel Leder Kremer, librero de Hernández y vocero del sector. El 70% de las librerías del país son independientes, lo que las coloca en una posición de mayor endeblez.

En los últimos dos años, según este librero, cerraron 50 librerías,entre las cuales 10 entraron en un proceso de transferencia y concentración, es decir, fueron adquiridas por grandes cadenas. Algunos ejemplos de cierres recientes fueron la librería Turística, la librería La Barca, de Scalabrini Ortíz y Las Heras –que siguió ese proceso de transferencia y fue comprada por la cadena Cúspide– y Del Mármol, que está cerrando en estos días.

En los últimos dos años cerraron 50 librerías.
Fotos Alfredo Martinez

En los últimos dos años cerraron 50 librerías. Fotos Alfredo Martinez

“Estamos trabajando para mejorar la posición impositiva de las librerías y de las editoriales”, dijo Leder Kremer, que está en conversaciones con la Secretaría de Comercio y la de Cultura. Según él, la posibilidad de desgravar el IVA de Ganancias no está cerrada con el gobierno todavía.

Con respecto a las casas editoras, la mayoría han reducido sus planes para este año, con consecuencias de despidos y merma de plazas formales dentro de las compañías y también de personal free lance. Y esto sucede tanto en las grandes editoriales como en las pequeñas y medianas.

“La caída de alrededor del 10% en ejemplares vendidos, que se suma a la de años anteriores, tiene un impacto en la reducción de los planes editoriales. Ciertos libros destinados a públicos de nicho, con una tirada muy baja, en este momento no se pueden producir localmente ni se pueden importar porque no nos dan los costos”, afirma Juan Ignacio Boido, director editorial de Penguin Random House Argentina. “Sabemos lo que le cuesta al lector comprar un libro pero cuando vas a los costos industriales, ves que los libros no tienen el precio que deberían tener. El libro está apretado por arriba y por abajo”, agrega y señala que la reducción en los sellos que maneja fue tanto en las tiradas como en los títulos que se dejaron de lanzar al mercado. “Al reducir los títulos estás achicando la bibliodiversidad porque, además, no se puede importar”, afirmó el director de Penguin Random House.

Sin embargo, tanto Boido como Fernando Fagnani de Edhasa, al preguntárseles por la dimensión de la crisis en comparación con otras vividas en el país, consideraron que la actual situación del sector editorial está lejos de la vivida en 2001. “Esto es una crisis; aquello fue un hundimiento”, señala Fagnani. El editor de Edhasa –un sello que publica en Buenos Aires y Barcelona, distribuido por Riverside, responsable de Anagrama, Salamandra y Harper Collins, entre otras– ve el momento actual más parecido al de la crisis española de 2008: “El mercado editorial cayó 40% en España en 2008, y hasta hoy no logró recuperarse”.

La antigua Librería Del Ávila
Foto: Luciano Thieberger.

La antigua Librería Del Ávila Foto: Luciano Thieberger.

Para Fagnani, el descenso en las compras del Estado se hace sentir con fuerza en las editoriales medianas y pequeñas, como también el escaso impulso dado por el gobierno a iniciativas como los planes de lectura. Sin embargo, señaló un aspecto favorable de la actual coyuntura, la posibilidad de exportar. “Vendemos en la Argentina, Uruguay y Chile, ahora exportaremos a México y Perú. Exportar es un proceso, hay que abrir mercados, hacerse un lugar, pero tengo la impresión de que esta paridad cambiaria va a durar”, sostuvo, cuestionando el nuevo impuesto a la exportación que no tiene en cuenta rasgos específicos del sector como la venta en consignación que demora el cobro de lo exportado.

Desde la óptica de la investigación académica, Alejandro Dujovne, director de la maestría en Sociología de la Cultura del IDAES, señaló la necesidad de una política a largo plazo para el sector del libro. Admitió el alivio o paliativo que significa la posibilidad de recuperación del IVA de alquileres e insumos que se podrán descargar de Ganancias, según lo aprobado este año en la ley de presupuesto, rescató la continuidad del Programa Sur de traducciones, pero consideró escasas o inexistentes las políticas públicas, tanto las de largo aliento como las posibles medidas anticíclicas, necesarias ante una coyuntura de fuerte crisis como la actual.

“Si nos corremos un poco de la coyuntura, el sector editorial argentino tiene dos problemas estructurales: la concentración económica y el desbalance en la cobertura de librerías entre el área metropolitana de Buenos Aires y el interior. Ahí hace falta una acción del Estado”, afirmó Dujovne. “El problema es el largo plazo. La Argentina se queda con una imagen de sí misma de productora de cultura pero si miramos las cifras duras, lo que observamos es una pérdida de presencia en mercados internacionales de habla castellana”, enfatizó el investigador del IDAES.

La cadena de pagos está en riesgo porque librerías importantes, que históricamente pagaron a tiempo, hoy están con serios problemas debido a la caída del consumo. Y la financiación que ofrecen los bancos es de 120%. 
Foto: Luciano Thieberger.

La cadena de pagos está en riesgo porque librerías importantes, que históricamente pagaron a tiempo, hoy están con serios problemas debido a la caída del consumo. Y la financiación que ofrecen los bancos es de 120%. Foto: Luciano Thieberger.

La Cámara de Publicaciones, en su Libro Blanco de 2018, pone como medida de la crisis la caída del 8% en las ventas de las editoriales comerciales entre 2016 y 2017. En el mismo informe, destaca la vitalidad de las editoriales emergentes, que en 2017 crecieron 3,4% con un total de 151 pymes formadas. Estas editoriales aportan un 3% de los títulos publicados y contribuyen a la bibliodiversidad. Entre los casos más recientes pueden citarse los de Fiordo, Compañía Naviera y Modesto Rimba. Sin embargo, las chicas atraviesan grandes dificultades, como relatan los editores de Blatt y Ríos que viven una paradoja: este es el año en que más vendieron desde su creación pero se encuentran en serios problemas.

“Empezamos en 2010, en ese momento se vendía de todo y no había tanta inflación, entonces si nos pagaban a 6 meses podíamos mantenernos,” cuentan Mariano Blatt y Damián Ríos. “A fines de 2015, cuando vimos que la economía iba a entrar en recesión y que iba a haber una gran devaluación, decidimos hacer una compra grande de papel para asegurarnos el precio. También, empezar a distribuirnos nosotros mismos. Compramos los derechos de un “grandes ventas”, como Lee Child, toda una jugada de riesgo para nosotros. Ese libro y el de relatos inéditos de Fogwill fueron títulos muy fuertes que nos ayudaron a abrir muchos puntos de venta, entramos en varias cadenas, donde todo nuestro catálogo funcionó muy bien. Crecimos en ventas y cantidad de ejemplares. Pero hoy la cadena de pagos está en riesgo porque librerías importantes, que históricamente pagaron a tiempo, hoy están con serios problemas debido a la caída del consumo. Y la financiación que ofrecen los bancos es de 120%. Pese a habernos manejado con astucia estamos en serias dificultades.” No falta dinamismo, astucia ni creatividad en las pequeñas editoriales. Pese a todo, no alcanza. Y esto es una llamada de atención para el año que empieza.

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