Librerías Proteo y Prometeo: medio siglo de Cultura y compromiso

Librerías Proteo y Prometeo: medio siglo de Cultura y compromiso

Alfonso Vázquez / laopiniondemalaga.es

Medio siglo más tarde, las librerías Proteo y Prometeo son dos de las más reconocidas y galardonadas de España

«El follón es llevar esto para adelante. Desde que estoy jubilado, el venir aquí cada día a poder ver libros nuevos y hojearlos es el paraíso», confiesa Paco Puche, antequerano de 79 años y el alma de las librerías Proteo y Prometeo.

Fuente original: Librerías Proteo y Prometeo: medio siglo de Cultura y compromiso – La Opinión de Málaga.

La suya fue una aventura empresarial indómita, llena de meandros y hasta de policías de uniforme gris. Afín en la juventud a los movimientos cristianos progresistas y muy vinculado a Alfonso Carlos Comín, terminó formando parte del famoso Frente de Liberación Popular, (FLP), más conocido como el Felipe.

A finales de los 60, Paco ya había puesto en marcha en Capuchinos una cooperativa de libros a la que acudía «gente importante de la clandestinidad de aquella época».

Pero tras algún registro e incluso alguna detención, la cooperativa pasó a mejor vida y es, por iniciativa del Felipe que con otros tres amigos monta en 1969, en un tercer piso de la calle Juan de Padilla alquilado a su nombre, Prometeo, «una librería antifranquista». De esos cuatro socios, cuenta que era «el único que no tenía carné del PCE», aunque sí simpatizaba con el partido: Era «compañero de viaje», resalta.

«¿Quién sube al tercer piso de una librería especializada en libros raros, pues no mucha gente, pero el boca a boca funcionaba y además coincide con el inicio de la Universidad en calle Córdoba», explica. En esos primeros momentos su entonces mujer, Reme Cabezas, es quien está al frente de la librería, pues él trabajaba de profesor de FP en Vélez.

«El follón es llevar esto para adelante. Desde que estoy jubilado, el venir aquí cada día a poder ver libros nuevos y hojearlos es el paraíso», confiesa Paco Puche, antequerano de 79 años y el alma de las librerías Proteo y Prometeo. La suya fue una aventura empresarial indómita, llena de meandros y hasta de policías de uniforme gris. Afín en la juventud a los movimientos cristianos progresistas y muy vinculado a Alfonso Carlos Comín, terminó formando parte del famoso Frente de Liberación Popular, (FLP), más conocido como el Felipe. A finales de los 60, Paco ya había puesto en marcha en Capuchinos una cooperativa de libros a la que acudía «gente importante de la clandestinidad de aquella época». Pero tras algún registro e incluso alguna detención, la cooperativa pasó a mejor vida y es, por iniciativa del Felipe que con otros tres amigos monta en 1969, en un tercer piso de la calle Juan de Padilla alquilado a su nombre, Prometeo, «una librería antifranquista». De esos cuatro socios, cuenta que era «el único que no tenía carné del PCE», aunque sí simpatizaba con el partido: Era «compañero de viaje», resalta. «¿Quién sube al tercer piso de una librería especializada en libros raros, pues no mucha gente, pero el boca a boca funcionaba y además coincide con el inicio de la Universidad en calle Córdoba», explica. En esos primeros momentos su entonces mujer, Reme Cabezas, es quien está al frente de la librería, pues él trabajaba de profesor de FP en Vélez. El caso es que, a los pocos meses de vida, el Felipe se disuelve y Paco Puche decide comprar su parte a los socios y con la ayuda de varios amigos, entre ellos el futuro dirigente socialista Carlos Sanjuán, sigue con la librería y en 1971 ya se traslada a la plaza del Teatro, a la luz del día. Prometeo, el nombre mitológico escogido, explica Paco, era por entonces «un nombre muy marxista, porque Marx decía que era su santo laico preferido». Pero a Prometeo se le unió pronto la librería Proteo, aunque sólo fuera por entonces una ‘fantasía jurídica’ para burlar a la autoridad con los libros clandestinos: «Teníamos muchos libros prohibidos que se obtenían en Madrid, en Barcelona… La policía nos conocía perfectamente pero no éramos un foco grave de subversión. Lo que ocurre es que parte de esos libros los teníamos que importar de Francia, de la Unión Soviética, de donde podíamos… y empezaron a no darnos los permisos de importación. Así surge otra empresa, con otro titular y el nombre lo más cercano a Prometeo, Proteo, para poder importar esos libros», cuenta Paco Puche con una sonrisa. Tan bien marchó el negocio que finalmente, la librería Proteo dejaría la ficción jurídica para hacerse realidad con la llegada de la Democracia, en un primer momento en la primera planta del edificio actual de la Puerta de Buenaventura. Esos años del final del Franquismo y llegada de la Democracia, cuenta Paco, le hicieron dejar su profesión de maestro y volcarse en las dos librerías, en unos tiempos dorados para la lectura y el comercio de libros. «El lector de los años 70 estaba ávido por conocer todo porque Camus estaba prohibido, igual que Sartre, Voltaire, Miguel Hernández o Lorca. No sabes lo que la gente disfrutaba con el Diccionario de Voltaire, con los libros eróticos, con Ruedo Ibérico, y luego con Alianza, que comenzó a editar a Nietzsche y a Borges, que antes no se leía». Proteo y Prometeo cambiaron además el concepto de librería tradicional en Málaga al eliminar el clásico mostrador-barrera. «Fue una revolución, la gente decía que nos hundiríamos en tres días porque nos iban a robar hasta el corazón. Quitamos los muros y no protegimos los libros nunca porque yo decía: mira, esto va funcionando. En general era una alegría ver que la gente que necesitaba libros se los podía llevar» (risas). La Universidad supuso además el auge de los libros de texto. Prometeo también se trasladó a la Puerta de Buenaventura, frente a Proteo, y las dos librerías continuaron con su compromiso por la cultura, dentro de la más estricta independencia. En Prometeo, por cierto, abrió la primera sección infantil de una librería en Málaga, tren incluido. «Los niños se volvieron locos», recuerda Jesús Otaola, actual director. Claro que también tuvieron que bregar con vándalos de la política como aquel ultra, cliente fijo de la librería, que un día lanzó una botella de gasolina contra una zona con material inflamable. Afortunadamente funcionó el extintor. En otra ocasión, el escaparate de Proteo recibió una pedrada tras un reaccionario comentario en prensa que protestaba porque en el escaparate podía leerse ‘libres’, que a su juicio era ‘libros’ escrito en catalán (en realidad, en catalán se escribe ‘llibres’). «Nunca he estado con el PP, con el PSOE ni con nadie y eso se paga pero también tiene sus beneficios», sostiene Paco. Una de las columnas de Proteo-Prometeo son las cuentas de los clientes. En los mejores tiempos llegaron a tener 3.000 y ahora cuentan todavía con unas 1.000, pese a los 10 años de crisis. «Todos los meses pagas 10, 20, 30, 50 euros y eso te da derecho a que te lleves todos los libros que quieras, incluso que nos debas y nos los pagas poco a poco», explica. Ediciones del Genal Hace unos 25 años, pusieron en marcha Ediciones del Genal, con ISBN desde 1999 y cuyo nombre es un homenaje al compromiso de este librero ecologista con la preservación del Valle del Genal. En estas dos décadas, ha publicado más de 500 títulos, la gran mayoría de autores malagueños. En 2001, Proteo-Prometeo era de las primeras librerías en tener página web, ahora en completa renovación y con la venta digital de libros funcionando bien. En su haber, premios como el reciente de 2017 a la mejor Librería Cultural de España, el Sello de Calidad del Ministerio de Cultura o el Premio Nacional de Librería. Con una plantilla de 15 trabajadores, 11 de ellos mujeres, Paco Puche cree que hay futuro para librerías de papel como la suya porque sigue habiendo grandes lectores de eso que Emily Dickinson llamó «nuestros parientes de los estantes». Los libros que se pueden tocar, oler y leer. ARCHIVO PROTEO-PROMETEO

El caso es que, a los pocos meses de vida, el Felipe se disuelve y Paco Puche decide comprar su parte a los socios y con la ayuda de varios amigos, entre ellos el futuro dirigente socialista Carlos Sanjuán, sigue con la librería y en 1971 ya se traslada a la plaza del Teatro, a la luz del día. Prometeo, el nombre mitológico escogido, explica Paco, era por entonces «un nombre muy marxista, porque Marx decía que era su santo laico preferido».

Pero a Prometeo se le unió pronto la librería Proteo, aunque sólo fuera por entonces una ‘fantasía jurídica’ para burlar a la autoridad con los libros clandestinos: «Teníamos muchos libros prohibidos que se obtenían en Madrid, en Barcelona… La policía nos conocía perfectamente pero no éramos un foco grave de subversión. Lo que ocurre es que parte de esos libros los teníamos que importar de Francia, de la Unión Soviética, de donde podíamos… y empezaron a no darnos los permisos de importación. Así surge otra empresa, con otro titular y el nombre lo más cercano a Prometeo, Proteo, para poder importar esos libros», cuenta Paco Puche con una sonrisa.

Tan bien marchó el negocio que finalmente, la librería Proteo dejaría la ficción jurídica para hacerse realidad con la llegada de la Democracia, en un primer momento en la primera planta del edificio actual de la Puerta de Buenaventura.

esús Otaola y Paco Puche en octubre de 2017 en Proteo, cuando recibieron el premio a la mejor Librería Cultural de España. ARCINIEGA

Esos años del final del Franquismo y llegada de la Democracia, cuenta Paco, le hicieron dejar su profesión de maestro y volcarse en las dos librerías, en unos tiempos dorados para la lectura y el comercio de libros. «El lector de los años 70 estaba ávido por conocer todo porque Camus estaba prohibido, igual que Sartre, Voltaire, Miguel Hernández o Lorca. No sabes lo que la gente disfrutaba con el Diccionario de Voltaire, con los libros eróticos, con Ruedo Ibérico, y luego con Alianza, que comenzó a editar a Nietzsche y a Borges, que antes no se leía».

Proteo y Prometeo cambiaron además el concepto de librería tradicional en Málaga al eliminar el clásico mostrador-barrera. «Fue una revolución, la gente decía que nos hundiríamos en tres días porque nos iban a robar hasta el corazón. Quitamos los muros y no protegimos los libros nunca porque yo decía: mira, esto va funcionando. En general era una alegría ver que la gente que necesitaba libros se los podía llevar» (risas).

La Universidad supuso además el auge de los libros de texto. Prometeo también se trasladó a la Puerta de Buenaventura, frente a Proteo, y las dos librerías continuaron con su compromiso por la cultura, dentro de la más estricta independencia. En Prometeo, por cierto, abrió la primera sección infantil de una librería en Málaga, tren incluido. «Los niños se volvieron locos», recuerda Jesús Otaola, actual director.

Claro que también tuvieron que bregar con vándalos de la política como aquel ultra, cliente fijo de la librería, que un día lanzó una botella de gasolina contra una zona con material inflamable. Afortunadamente funcionó el extintor.
En otra ocasión, el escaparate de Proteo recibió una pedrada tras un reaccionario comentario en prensa que protestaba porque en el escaparate podía leerse ‘libres’, que a su juicio era ‘libros’ escrito en catalán (en realidad, en catalán se escribe ‘llibres’).

«Nunca he estado con el PP, con el PSOE ni con nadie y eso se paga pero también tiene sus beneficios», sostiene Paco.

En la primera planta de este edificio de Puerta de Buenaventura que terminaría por ocupar entero comenzó Proteo. ARCHIVO PROTEO-PROMETEO

Una de las columnas de Proteo-Prometeo son las cuentas de los clientes. En los mejores tiempos llegaron a tener 3.000 y ahora cuentan todavía con unas 1.000, pese a los 10 años de crisis. «Todos los meses pagas 10, 20, 30, 50 euros y eso te da derecho a que te lleves todos los libros que quieras, incluso que nos debas y nos los pagas poco a poco», explica.

Ediciones del Genal

Hace unos 25 años, pusieron en marcha Ediciones del Genal, con ISBN desde 1999 y cuyo nombre es un homenaje al compromiso de este librero ecologista con la preservación del Valle del Genal. En estas dos décadas, ha publicado más de 500 títulos, la gran mayoría de autores malagueños.

En 2001, Proteo-Prometeo era de las primeras librerías en tener página web, ahora en completa renovación y con la venta digital de libros funcionando bien.

En su haber, premios como el reciente de 2017 a la mejor Librería Cultural de España, el Sello de Calidad del Ministerio de Cultura o el Premio Nacional de Librería.

Con una plantilla de 15 trabajadores, 11 de ellos mujeres, Paco Puche cree que hay futuro para librerías de papel como la suya porque sigue habiendo grandes lectores de eso que Emily Dickinson llamó «nuestros parientes de los estantes». Los libros que se pueden tocar, oler y leer.

Artículos relacionados