Mortadela, chóped y libros: ajustarse a la demanda

Manuel Gil nos habla del estado de la industria editorial son tapujos y medias verdades. Puedes estar de acuerdo o no, pero en ninguno de los casos se le puede acusar de no mojarse en el asunto…¡como se agradece la existencia de persona así’

Mortadela, chóped y libros: ajustarse a la demanda « Antinomias Libro.

14/11/2011 Manuel Gil

Hace unos días quedé con una prima para darle un libro que no conseguía en su ciudad, esta chica trabaja en una gran cadena de alimentación y vino acompañada de varias compañeras de trabajo. En la conversación comenzaron a contarme como había subido en sus hiper el volumen de venta de la mortadela, el chóped y las salchichas baratas, obviamente el cambio de hábitos de consumo viene determinado por un serio y complejo problema de renta. Junto a este comentario leo un articulito en el que se señala que la cesta de la compra ha caído en 2010 un 2,3%, que un 53% de los hogares tiene dificultades para llegar a fin de mes y que un 29% no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos .Viene todo esto a cuento de dos temas que me parecen capitales: por un lado la situación económica y por otro la propia situación del libro.

La situación económica es demasiado mala como para no comenzar a observar que las políticas de reducción del gasto público conducen únicamente a más paro y a menos crecimiento. Y para crear empleo hay que crecer. Para crear empleo la condición imprescindible es crecer, y es totalmente imposible crecer si el objetivo clave de la política económica es el control y reducción del déficit. Es lo mismo que pensar en que una política de abaratamiento del despido iba a generar empleo, aquí las empresas han despedido con clase y poderío a todo lo que se movía sin el más mínimo problema, abaratar más lo que ya era un realidad evidente nos ha conducido a donde estamos, 5 millones de desempleados. Se nos dijo que la reforma iba a conseguir más contratos indefinidos, lo único que ha conseguido es aumentar la precariedad, ahora ya institucionalizada bajo el argumento que «mejor precario que en paro». Y sin gasto no hay consumo, y sin éste no hay producción, que es lo que genera el empleo. Estamos ante un bucle. Estamos ante una aplicación de la teoría de la deflactación: si bajas los sueldos los costes disminuyen, por tanto deberían bajar los precios. Estamos ante políticas de neoliberalismo duro que nos están llevando al abismo. Si para garantizar los depósitos hay que ayudar a la banca y garantizar que no hay una quiebra en cadena que nos llevaría a un «corralito» me parece bien, pero nacionalizando toda la banca de una plumazo, y formando un sector bancario-financiero público solvente que garantice el crédito a las pymes. La situación actual parece una variante de nuevo bandolerismo: robar a los pobres para dárselo a los ricos. No es que con la edad me haya vuelto más radical, en realidad y aunque en algunas cosas he cambiado de opinión, es que nunca me he movido de mis principios. Creo llegado el momento de volver a ponerse el mono de faena y hacer política.

¿Y que ocurre con el consumo de libros y la presencia en librerías? Pues que sin renta, y con un miedo pavoroso a ser despedido y engrosar las listas del INEM la gente no visita las librerías y por tanto no compra. Y me hago una pregunta, ¿no deberían los gremios preparar planes de choque para hacer que la gente entre en las librerías? ¿No se debería poner en el mercado novedades a 8 o 10 euros? ¿Todavía hay quien dude que no existe la elasticidad al precio? Evidentemente el sector está mucho más dañado de lo que los informes atestiguan, la insostenibilidad del sudoku editorial deja muy poco espacio a una geometría de la esperanza. Edicion bajo demanda, tiro corto, edición ajustada a una hiperfragmentación de la demanda, low cost en novedades, etc., son las premisas sobre las que reconstruir un modelo de consumo del libro. Y lo resumo en una frase: vender antes de editar.

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