Panorámica de la edición española 2011 (1 y 2): resumen y propuestas. | verba volant, scripta manent

Panorámica de la edición española 2011 1: resumen | verba volant, scripta manent.

Bernat Ruiz Domènech, 08/11/2012

Resumen

Hace unas semanas se publicaba la Panorámica de la edición española de libros 2011, uno de los principales documentos para conocer las principales magnitudes de la edición profesional en España. Provisto de pico y pala he excavado por sus páginas en busca de datos interesantes. Esto es lo que he encontrado y lo que de ello se deduce.

Un problema de nomenclatura

El estudio es de una gran importancia aparente pero adolece de algunos defectos. Empezaré mencionando qué organismo firma el documento: María Teresa Lizaranzu Perinat, Directora General de Política e Industrias Culturales y del Libro

El nombre de las cosas es importante y no hay que dejar a nadie en la cuneta ni lanzarlo por la borda pero que los gestores públicos caigan en pueriles papanatismos es incomprensible. Puestos a tener un Ministerio de Cultura – con el de Industria ya iríamos servidos – entiendo que se organice en direcciones generales. La dirección en cuestión podría llamarse de Política Cultural, o de Industrias Culturales e, incluso, de Política e Industrias Culturales, aunque la política que uno establece afecta forzosamente a lasindustrias, del mismo modo que la regulación de las industrias es consecuencia de lapolítica cultural (o de su ausencia). Añadir lo del Libro es una memez. Trasladado al deporte, es como si habláramos de la Dirección General de Política e Industria Deportiva y del Tenis. Las tonterías a ciertos niveles suelen extenderse a la gestión de todo lo demás. Absurdo.

¿Cuántas editoriales privadas hay?

¿Cuántos editores profesionales hay en España? La Panorámica no responde bien a esta cuestión; muchos dicen que hacen libros –agentes editores – pero algunos menos pueden decir que viven de ello. La gráfica de la página 22 divide a los editores en públicos (476) y privados (2.998). Los públicos son organismos estatales, autonómicos y municipales, mientras que los privados son las editoriales propiamente dichas. De los privados, 49 son autores-editores, 2.446 son pequeñas editoriales, 391 son medianas editoriales y el resto, 112, grandes editoriales.

Las cifras parecen claras, pero ahora es cuando el Panorama se complica. Las dos tablas siguientes (pag. 23) mezclan lo público con lo privado para darnos la cifra global de la producción editorial. Más adelante se dan cifras desagregadas del sector privado, pero es de lamentar que, ya de entrada, falte claridad. Parece ser que hay 2.949 editoriales privadas, una vez descontados los autores-editores. De estas se mantuvieron inactivas 766 editoriales de todos los tamaños (pag. 21), de modo que en 2011 las editoriales activas fueron 2.183. Esta cifra es de cocina propia, en el Panorama no la dan directamente. Muy útil. Supongo que llamar a la puerta del Ministerio de Hacienda para ver cuántos están dados de alta bajo el epígrafe 476 o 476.1 era mucho trabajo.

¿Cuántos libros se editan?

Tras conseguir dilucidar cuántas editoriales privadas editaron libros en 2011, veamos cuántos libros se editaron según la Agencia del ISBN (pag. 27):

Con esta tabla se pueden diagnosticar algunos de los males de la edición española:

  • El número de títulos editados en papel disminuye desde 2009, pero en realidad sólo lo hacen las reediciones y las reimpresiones.
  • Las primeras ediciones, cuyo exceso está saturando las escleróticas arterias del sistema, sólo bajaron ligeramente en 2008 y 2009, para aumentar con fuerza en 2010, 2011 e intuyo que harán lo mismo en 2012.
  • La edición de libros en otros soportes, en los que se incluye a los libros digitales, sube desde 2009 pero, al hacerlo también las primeras ediciones, apenas siguen el ritmo de lo nuevo.

¿Cuántos libros se imprimen?

Si ya tenemos un problema con los demasiados títulos, los detalles de las tiradas medias producen pavor. La tirada media absoluta (pag. 37) ha bajado de los 4.422 ejemplares del año 2005 hasta los 1.345 ejemplares de 2011. Es decir, que cuando llegó la crisis económica –la de todos- la tirada media ya llevaba más de dos años bajando hasta los 2.960 ejemplares de 2008.

El panorama empeora si vamos avanzando en el nivel de detalle. Si nos fijamos en laEvolución de la tirada media por materias (pag. 38), la Literatura pasó de 4.288 ejemplares en 2009 a los 1.657 ejemplares. Quien piense que otras materias han sufrido descensos más significativos se equivoca y pondré sólo dos ejemplos: Economía doméstica pasó de los 4.119 a 2.602, mientras que Geografía y Viajes pasó de 3.889 a 3.310. Ninguna otra materia ha bajado tanto como la Literatura. Y es la Literatura la que sostiene el edificio.

¿La edición anda con muletas públicas?

Ya sabemos la querencia de los líderes gremiales por las ayudas públicas y la inclinación de ciertos gestores públicos a darse un barniz cultural. Además de las ayudas legislativas y las subvenciones al libro, la gráfica de Distribución geográfica de la oferta editorial de acuerdo con la naturaleza jurídica del agente editor (pag. 45) pone de manifiesto que, en aquellas Comunidades Autónomas con poco músculo editorial, éste se sostiene gracias al dinero público. Veamos los datos de solicitudes de ISBN de agentes editores públicos en siete CCAA:

CCAA                           %ISBN inscritos 2010             %ISBN inscritos 2011

Madrid                                  6,0                                                    4,6

Catalunya                            3,9                                                    3,4

Canarias                              21,2                                                  25,2

Cantabria                             26,2                                                 11,0

Castilla-La Mancha            24,1                                                 18,3

Murcia                                  33,6                                                  35,7

La Rioja                               43,6                                                  15,3

Los entes públicos de Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha y Murcia editan o han editado entre un cuarto y un tercio de los libros en sus comunidades. En La Rioja se sobrepasó en 2010 el 40%. En todos esos libros consta como editor un organismo público, pero quien llevó a cabo el trabajo y se lo embolsó fue una editorial privada. Eso no quiere decir que en Madrid o Catalunya la cosa pública edite menos, pero su impacto es mucho menor ¿De veras las administraciones públicas deben asumir este rol cuando el sector privado ya sufre una sobreproducción crónica?

¿A cuánto vendemos lo que editamos?

La primera tabla de la página 50 nos muestra el precio medio absoluto, el precio medio en papel –ambos de interés para el IPC y poco más- y el precio medio en otros soportes, un completo sinsentido porque no se refiere al libro digital sino a cualquier libro que no sea de papel. Un cajón de sastre. Una estupidez. Según la citada gráfica, el precio medio enotros soportes es de 30,38 euros. La cifra es tan absurda que uno duda que los responsables del Panorama sepan lo que tienen entre manos. ¿Tanto costaba crear una nueva categoría para el libro digital?

En la página 51 sí hallamos una tabla mucho más útil, el Precio estimado del libro según materias, que nos cuenta que los libros (de papel) de Literatura, por ejemplo, se vendieron en 2011 a una media de 12,77 euros y que la tendencia de años anteriores es a la baja.

Para terminar este apartado, citaré el párrafo con el que el Panorama cierra la cuestión del precio medio:

[…] las cifras de valoración de la producción editorial […] sólo deben mostrarse como indicativas de la situación de un año concreto. La comparación interanual puede introducir en sus conclusiones elementos no homogéneos […]. Un libro es distinto de otro no sólo por su contenido, sino por su composición, por su extensión, por el tipo de papel, por el tipo de letra, por su encuadernación, por su número de páginas, por el tipo de soporte, etc., de ahí que el precio pueda verse alterado por estos motivos, aún tratándose de un libro catalogado en la misma materia.

Cierto, los libros no se fabrican mediante un molde y al ser diferentes unos de otros complican un poco la cosa. Pero que no se vendan a peso no significa que no se puedan establecer comparaciones. Salvo puntuales excepciones, todas las editoriales suelen ser bastante regulares en los criterios de extensión y calidad que aplican a los mismos temas y colecciones. Es esa regularidad la que permite establecer las comparaciones que el sector necesita para saber de dónde viene, dónde está y a dónde va. Una cosa es leer los datos con holgura y otra muy diferente decir que las comparaciones no sirven para nada. Si realmente no sirven para nada ¿para qué gastamos el dinero público en mamotretos como el Panorama? El argumento muestra pereza y poca imaginación, como mínimo por dos razones:

  • Datos del ISBN: los datos del ISBN incluyen, entre otros, el número de páginas, el tamaño y la encuadernación. No se incluye el gramaje del papel ni las calidades de las cubiertas, pero si hubiera realmente la voluntad de obtener datos útiles se cruzaría el número de títulos, con el número de páginas, con el formato, la encuadernación y el precio, y se obtendría información muy interesante. La información existe, no se procesa y nos ofrecen datos irrelevantes ¿Por qué?
  • Libro digital: el libro digital es mucho menos sensible a ciertos factores. Aunque no es ajeno a parámetros de extensión (el ISBN pide KB o MB y no el número de caracteres que sería más propio u otra magnitud más clara), en su caso no importa el formato, ni la encuadernación ni, obviamente, el tipo de papel. Aunque hace ya algunos años que se comercializan libros digitales en EPUB y en AZW/Mobi, y que para venderlos es necesario solicitar el ISBN cumplimentando el preceptivo formulario, el Panorama no ofrece ningún dato claro y útil sobre su precio ¿Por qué? (el Panorama contiene un apartado para la Edición en otros soportes y libros multimedia. Lo comentaré en un próximo artículo y ampliaremos nuestros motivos para el desánimo).

¿En qué estado se encuentra la Creación literaria?

El Panorama divide la Creación literaria en materias (pag. 61). De entre ellas comentaré laNarrativa española e hispanoamericana y la Poesía española e hispanoamericana, porque ahí está la raíz del problema editorial español, que es conceptual y comercial.

En España se edita mucha narrativa y poesía española e hispanoamericana. Es normal. Cada año se editan más títulos en cada una de esas materias. Hasta cierto punto también es normal. Lo que no es normal es que en Narrativa casi se haya duplicado el número de novedades desde 2007 (de 4.907 a 8.911 títulos) y que en una materia tan marginal como la Poesía se edite tanto (3.422 títulos en 2011).

Una editorial es una empresa y su objetivo es ganar dinero suficiente para seguir dando de comer a sus trabajadores. Para ser rentable debe ofrecer un producto que la gente compre. Si en 2007 ya se editaba demasiada narrativa en español no sé qué hemos ganado editando casi el doble cuatro años después. Lo de la poesía es peor porque interesa a muy pocos lectores y pese a ello se lanzan miles de títulos cada año, centenares de ellos completamente nuevos.

Es decir: a un mercado saturado se le embute todavía más producto y a un mercado marginal se le inunda con ediciones que no tienen ningún futuro. Demencial.

Propuestas

Atendiendo a los datos de la Panorámica de la edición española de libros 2011 resumidos en el anterior artículo, y a otros muchos que hace tiempo discurren por este blog, el sector se enfrenta a tres graves problemas interrelacionados de sobreproducción, reconversión y competencia:

Sobreproducción: no sólo editamos demasiados libros, además editamos los equivocados; metiendo todos los huevos en el mismo cesto estamos sacrificando fondo editorial. El sector está pisando con fuerza el acelerador en dirección al precipicio. Erosionando la larga cola –long tail- en la librería, estamos acortando la vida del libro de papel, pues a medio plazo las librerías sólo servirán como escaparate de novedades y best-sellers, siendo difícil encontrar nada más.

Reconversión: la FGEE, CEGAL y las administraciones públicas no dejan de lanzar campañas para la promoción de la lectura. Lo que deberían hacer es una campaña de reconversión industrial del sector. No recuerdo ni una sola acción de la FGEE destinada a la digitalización integral de los procesos productivos de las editoriales, ningún acuerdo de colaboración tecnológica con nadie. La FGEE debe escoger entre formar parte del problema o de la solución. CEGAL y otras asociaciones y gremios de libreros lo está haciendo algo mejor, o al menos le están poniendo más voluntad, aunque sea porque para ellos el lobo está mucho más cerca.

Competencia: cada año aparecen editoriales como setas (359 sólo en 2011, pag. 19 delPanorama). Normalmente diminutas y de dudoso recorrido, la mayoría insiste en proponer nuevos autores con nuevos títulos de narrativa y poesía. En la edición se ha dado un fenómeno poco habitual en otras industrias de consumo: la concentración empresarial no ha servido para optimizar, mejorar y reducir la oferta. Cuando un grupo editorial compra un sello incorpora su catálogo, pero no suele eliminar o vender las duplicidades o redundancias. No hay una tendencia a crear nuevos productos; al contrario, cuando se detecta –o simplemente se cree- que un género se expande muchas editoriales lo inundan, dejando un paisaje de tierra quemada en el que inevitablemente domina la mediocridad. Se trabaja en la búsqueda y captura de la novedad, como si editar consistiera en jugar a la lotería del best-seller, la que tropieza con suecos de trama trillada, pilla novelitas que ponen cachondas a las mamis, o promueve modas medievales. ¡Ojo! ¡Todos esos best-sellers no tienen ningún problema como producto! El problema es cuando nos dedicamos a esquilmar el poco suelo comercial que nos queda mientras vamos quemando más hectáreas de selva virgen y acabando, por ello, con la diversidad. Editar más sólo está adocenando la oferta.

Dejar de gestionar la demanda para gestionar la oferta

Mencionaba hace unas líneas la necesaria campaña de reconversión industrial. En ella debería incluirse el objetivo de disuadir el aumento de novedades fomentando la digitalización del fondo. Aunque en 2011 se mantuvieron inactivas 766 editoriales (pag. 21) el Panorama no ofrece datos exactos de cuántas editoriales desaparecieron, sólo menciona que no pidieron ningún número de ISBN (otro caso de incomunicación con el Ministerio de Hacienda). Aunque parezca que lo mejor es fomentar la competencia, hay casos en los que un exceso conduce a la saturación, y esto es lo que le ocurre a la edición. Obviamente no podemos prohibir a nadie que funde una nueva editorial, tampoco podemos prohibir la edición de nuevos libros ni obligar a reeditar o digitalizar el fondo, pero desde las administraciones públicas se puede legislar para promover o disuadir comportamientos. Hay que llevar a cabo una política industrial del libro que alargue la vida del papel, facilite la reconversión industrial y fomente, mediante una oferta óptima, rica pero equilibrada, el acceso a la lectura.

La única política actualmente visible es cultural e intenta hacer crecer la demanda mediante campañas de promoción de la lectura. En el dudoso caso que eso sirva de algo, sólo incide sobre el crecimiento vegetativo de lectores, una tasa que crece cada año pero lo hace a un ritmo muy lento, demasiado para la crisis sectorial actual. Es evidente que gestionando la demanda no vamos a llegar a tiempo.

Debemos gestionar la oferta. Tenemos claro que producimos demasiados libros y, en mi opinión, muchos de los que editamos son los equivocados. Es un problema de política industrial, no de política cultural, o sea que los ministerios de Cultura e Industria deberían ponerse de acuerdo. El tercer ministerio en liza debería ser el de Hacienda.

Necesitamos reducir las novedades a la vez que reforzamos y digitalizamos el fondo. Si los ministerios de Industria y de Cultura se limitaran a subvencionar la digitalización tendríamos un fondo más robusto y mejor digitalizado, pero el principal motor del problema seguiría en marcha; además, personalmente estoy en contra de subvencionar el normal funcionamiento de una industria. Ahí es donde Hacienda tiene un importante papel. Hay que incentivar la digitalización y disuadir el lanzamiento de novedades a base de estímulo y carga fiscal pero también actuando sobre el precio del libro:

  • Estímulo fiscal a la reedición: podemos incentivar la reedición / reimpresión del fondo mediante el estímulo fiscal directo en el impuesto de sociedades, entre otros. El principio sería sencillo: a más mantenimiento del fondo, más desgravación fiscal.
  • Estímulos fiscales a la digitalización del fondo: lo mismo que el punto anterior, pero incentivando la digitalización.
  • Menor carga fiscal cuantas menos novedades: se trataría de incentivar la moderación en el lanzamiento de novedades disminuyendo la carga fiscal de aquellas editoriales que, de un año para otro, se mostraran más moderadas en su aumento de novedades o las disminuyeran. Podría aplicarse al impuesto de sociedades, entre otros.
  • Exención del cumplimiento del precio fijo: otra medida complementaria a todo lo anterior sería la exención temporal de mantener el precio fijo del libro a aquellas editoriales que se mostraran más comedidas en sus novedades y más atrevidas con su fondo. Eso les daría una herramienta competitiva que premiaría su esfuerzo no sólo fiscalmente, sino comercialmente. Podría acompañarse de un sello de buenas prácticas editoriales que visibilizara su esfuerzo ante el público.

Una condición indispensable para todo lo anterior es la equiparación del IVA del libro de papel al tipo normal español del 21% que ya se aplica al digital. Ya expuse en otro artículopor qué creo que la equiparación debe hacerse elevando el papel al tipo normal y no rebajando el digital al reducido. La equiparación del IVA es imprescindible si de veras queremos igualar las reglas del juego para los libros de papel y los digitales. Además, tendría como resultado enfriar el mercado, incidiendo de forma indirecta sobre el lanzamiento de novedades, e impulsaría a la industria hacia su reconversión, pues la digitalización bien hecha permite una mayor eficiencia y un aumento de la rentabilidad.

Las políticas de paños calientes o las estrategias encaminadas a parchear lo que ya existe están condenadas al fracaso. Hay que transformar de raíz la industria editorial y las administraciones públicas –especialmente el Estado y las Comunidades Autónomas- tienen el suficiente poder para hacerlo. Iría bien consensuarlo con el sector, pero es dudoso que éste se deje consensuar fácilmente cuando de lo que se trata, simple y llanamente, es de retirar las ayudas, privilegios y prebendas que lo sostienen pero a la vez dificultan la reconversión industrial. La edición es demasiado importante para nuestro PIB como para dejarla en manos de la industria editorial.


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