¿Quién controla el futuro? librosensayo.com

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*Una reseña de Antonio Adsuar

Este es el mejor libro que he leído en lo que va de año…ey! Tranquilos, no se me ha escapado un corta-pega de la última crítica del best-seller de Sant Jordi. Lo digo enserio. Esperaba bastante de este texto de Jaron Lanier, nuestro excéntrico músico, escritor e informático, padre del concepto de realidad virtual, y no me ha decepcionado. Ya había reseñado su anterior ensayo sobre el futuro de internet y la ciudadanía digital “Contra el rebaño digital” (me gusta más el título en inglés, “You’re not a gadget”) y me sorprendió su visión fresca y heterodoxa.

Fuente original: ¿Quién controla el futuro? | Jaron Lanier fragmento en PDF y reseña.

Y es que Lanier es un ser híbrido y muy particular: ha sido un “techie” relevante desde la era en que nació de la red, conoce de primera mano el mundillo de Silicon Valey del que surgieron las mallas cibernéticas, ese cosmos de garajes, adictos a los videojuegos y chavales raros que no acaban la carrera pero fundan empresas que valen millones. No obstante,también es músico y autor y por lo tanto es sensible a los argumentos en favor de lapropiedad intelectual y la necesidad de remunerar a los creadores.

Esta condición miscelánea sitúa a Lanier en la perspectiva perfecta para llevar a cabo una tarea heróica: proponer un rediseño profundo de internet que permita aprovechar las potencialidades fulgurantes de la red sin acabar con una clase media de creadores que está viendo como cada día tiene más difícil cobrar por ejercer su profesión. Leven anclas, partimos.

a)¿Cómo se construyó la red?: ancha es Castilla

Antes de impugnar la forma en que se ha diseñado internet, hemos de entender la manera en que se ha desarrollado relacionando dos aspectos: la estructura actual de la red y el modelo económico que se ha generado a partir de ella.

Lanier nos relata en este libro como aquellos semi-adolescentes de Estados Unidosproyectaron sus ansias de libertad en la tecnología. Frente al status quo, frente al mundo adulto donde todo era jerarquía y limitaciones, se esforzaron en construir gracias a las máquinas un universo donde todo fuera posible. Silicon Valey aún vive hoy de esta ideología juvenil y atrevida, que nos dice que gracias a los ordenadores y las conexiones todo será posible.

Aquellos “nerds” idealistas diseñaron una red de estructura abierta, donde la información se pudiera compartir libremente, sin rendir cuentas a nadie. El acceso a los demás y al conocimiento estarían al alcance de cualquiera que tuviera una conexión. De esta forma internet sería la base para construir una nueva utopía democrática. La información pasó a desmonetizarse, la forma de organizar la malla hacía muy difícil cobrar los contenidos.

Por lo tanto los modelos de negocio posibles en este tipo de configuración-red debían fundamentarse en los servicios entorno al contenido. Los “techies”, al organizar la urdimbre cibernética de esta manera, daban importancia al código que ellos dominaban frente a los “ficheros”, los contenidos de las industrias culturales.

¿Cómo obtendría dinero las empresas que desarrollaran el potencial de esta red abierta e hiperlibre?. Pronto se vio que la respuesta era simple: la publicidad. En un extraño giro, los antiguos clientes que pagaban por la información (comprando un periódico, por ejemplo) pasaron a ser los productos de los nuevos imperios espía-publicitarios como Google o Facebook. Los ciudadanos se acostumbraron a no pagar por nada en internet y a disfrutar de múltiples servicios supuestamente gratuitos cuya fuente de ingresos se basaba en el acopio de datos de todo tipo sobre el comportamiento de los usuarios. Evidentemente, en este estado de cosas, la privacidad pasó a ser una quimera, un lujo del que era necesario desprenderse si se quería ser admitido en este nuevo paraíso tecnológico.

b)El problema de las sirenas: paraísos destructivos

Hasta aquí Lanier nos ha contado la historia de la red, nos ha explicado cómo hemos llegado a la situación actual. Ahora es el momento de preguntarse ¿Qué consecuencias para la economía y para la vida de las personas tiene esta forma de entender la malla digital, basada en la súper apertura y en el “todo gratis a cambio de que te espíe”?.

Debemos partir de un problema fundamental: la manera en que se despliega la red hoy da todo el poder a aquellos que poseen y dominan el ordenador más potente. Lanier nos advierte: estamos dejando en manos de los “servidores sirena”, los mega-PCs hiperpotentes de las grandes empresas de internet como Google, nuestras vidas y el fruto de los beneficios económicos que se crean en la edad cibernéctica.

Los servidores sirena extraen valor de la economía real al enriquecerse cobrando a anunciantes que venden productos y servicios ajenos a esta esfera-red, en la que nada es monetizado directamente. Además, los ciudadanos, la clase media, agrega valor sin cesar a los entornos de estas grandes empresas (publicando tuits, subiendo vídeos a youtube) y no recibe una compensación justa a cambio.

Esta economía de “parásitos” llevará al colapso a la sociedad y empobrecerá cada vez más a unos ciudadanos que, en realidad, no se están beneficiando del crecimiento económico que genera la red. Tengamos en cuenta un aspecto adicional: cada vez más los productos se convertirán en información (gracias a la infofactura que hará posible la impresora 3D, que nos permitirá imprimirnos una tijeras, por ejemplo) y los servicios se transformarán en softwaretambién (ya hay PCs que escriben artículos como si fueran periodistas con sólo suministrarles algunos datos básicos). Como ha comentado recientemente mi amiga Neus Arques deberíamos preguntarnos: ¿Podría hacer un robot mi trabajo?.

A medio-largo plazo (¡más bien a medio!) esta dinámica destruirá el mercado: si todo en la red es gratis cada vez más productos y servicios dejarán de generar ingresos para un clase media que verá cómo su fuente de beneficios desparece. Esta “softwerización de la economía”, que ya han sufrido los músicos, no es sólo un problema de unas industrias creativas más o menos lloronas y acostumbradas a la subvención.

Si no cambiamos la estructura de la red todos los ciudadanos se verán afectados por la hegemonía informacional de los servidores sirena que además, gracias a la ley de Moore, se vuelven cada día más potentes. Nos encaminamos, como ya afirmó Jeremy Rifkin, hacia “El fin del trabajo”.

c)Reconstruyendo el mercado: hacia una economía de la información humanista

¿Existe una alternativa a este infierno tecnológico en el que las máquinas inventadas por el hombre acaban matando al padre, engullendo al ser humano en una nueva versión inversa del mito de Cronos?. Por supuesto que sí. El papel del Lanier, este tecnólogo bueno, es desplegar en este libro una posible alternativa.

Nosotros hemos diseñado internet, aunque a veces lo olvidemos creamos a Frankenstein. Convertirnos en unos neoluditas ofuscados no nos llevará a ninguna parte, sencillamente hemos de rediseñar el futuro de la red entorno a una vieja divisa griega: “El hombre es la medida de todas las cosas”.

Otra red es posible. Lanier nos propone que erijamos una “economía informacional humanista”. En realidad los seres humanos siguen produciendo el valor que genera riqueza, que alimenta al nuevo Dios, el algoritmo. Sin embargo, nuestro laberinto-red de hoy esconde este hecho. Únicamente debemos mudar la organización de la red, su funcionamiento, para que el trabajo de la gente sea reconocido.

Hemos de imperativamente dejar atrás el “todo gratis” y tejer una nueva urdimbre donde los contenidos, la información, sea remunerada adecuadamente, donde se pague al creador. Sólo así conseguiremos que el crecimiento de la red y la cada vez más potente tecnología beneficie a la clase media y sirva de sustento a una economía real que, preservado el mercado, no se autodestruya.

El rol que pretende jugar esta reseña es meramente deíctico; ya me he extendido demasiado (de nuevo) y no quiero agotar el texto. Por eso os invito a devorar este intrigante libro para hallar en él las respuestas a estas y muchas más preguntas:

-¿Cómo podemos estructurar la red entorno a enlaces bidireccionales que permitanconservar la autoría de los contenidos en internet?

-¿Cómo se podrían sustentar una estructura-red que permitiera micro-pagos a todo aquel que aporte valor a internet?

-¿Es posible conciliar la justa monetización del trabajo en la red con un acceso universal y barato a la información por parte de todos los ciudadanos?

Esto es todo amigos. Si os he convencido y deseáis leer este libro: ¿lo descargaréis en PDF en alguna página obscura que obtenga beneficios por datificaros o lo compraréis sustentando la vieja cadena de libro con sus profesionales de clase media en declive?…¿existe quizás una vía intermedia?. Saludos a todos y, de una forma un otra, no dejéis de visitar a Lanier.

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