Sin subvenciones no hay paraíso (por Manuel Gil)

Imperdible post de Manuel Gil sobre la actual situación de libros y revistas en relación a las subvenciones públicas. Interesante reflexión sobre la función de las bibliotecas públicas.

autor: Manuel Gil ( antinomias del libro)

Hace unos meses publique un post matizando algunas cuestiones relacionadas con las subvenciones a la difusión editorial. La verdad es que recibí algunos correos de editores a los que no sentó nada bien esa entrada. Básicamente porque no sacaba la zambomba y la pandereta y me ponía a cantar. Nunca llueve a gusto de todos. Pues bien, ahora que «nos las tendremos que ver con Wert» quizá convenga matizar aún más el tema.

Para comenzar hay que decir que la edad de oro de la edición española en cuanto a subsidios no volverá. Y hay que aprender a competir sin ellos. La cifra de 2011 en subvenciones al sector editorial ascendió a 5 millones de euros, sumando libros y revistas culturales. La cifra no es pequeña, pero depende de con que se compare y cómo se mire. Por ejemplo, en mayo de 2010 leí y tomé nota de la siguiente información:

Según un informe hecho público por la consultora Deloitte, las ayudas al sector del automóvil otorgadas por el Gobierno Español, posicionan a nuestro país como el cuarto receptor del mundo de subvenciones de este tipo. El ranking lo encabeza Estados Unidos con 40.640 millones de euros. Le sigue Francia con 8.592 millones de euros y en tercer lugar Alemania, que destina 6.960 millones de euros. Por su parte, el Gobierno español ha destinado un total de 5.168 millones de euros.

Hace unos días entré en la página del Ministerio de Industria y leí lo siguiente (los datos son de 2011):

  • Subvenciones a la industria del automóvil: 215 millones
  • Subvenciones industrias bienes de equipo: 210 millones
  • Subvenciones industria aeroespacial: 41 millones

Parece entonces que las subvenciones a la industria editorial son el chocolate del loro o simplemente calderilla. Por eso decía qué depende de con qué se comparen y como se miren. Todo esto lo quiero poner en relación a un comentario que hace unos días me hizo un editor (muy fiable en sus apreciaciones, no pertenece al comando pandereta). Parece ser que en estas últimas semanas ha habido un trasiego de visitas para ver qué va a pasar con este tipo de ayudas en 2012. La gente del Ministerio que se encarga habitualmente de estos temas planteaba a los editores el buscar fórmulas viables que se pudiese proponer al nuevo inquilino de la Dirección General encargada de los asuntos del libro (ahora tocará compartir sala de espera con otras industrias), de forma que el servicio no se viese interrumpido y que la oferta de revistas culturales (y libros) en las bibliotecas se mantuviese fiel a una diversidad cultural profunda.

Me preocupa hondamente que a partir de enero las bibliotecas públicas no reciban revistas, de hecho me dice algún editor de revistas que esto es lo que ocurrirá, que no recibirán nada. A menudo acompaño a mi hija a la biblioteca pública de mi barrio y en numerosas ocasiones la espero leyendo revistas de arte, arquitectura, informática, etc., es decir, revistas especializadas, que en algunos casos son caras y que no suelo comprar para mi uso privado. Si no se hace algo y rápido las bibliotecas públicas solo recibirán el Marca, el As, el Hola, unos cuantos sudokus y los restos que queden de los periódicos gratuitos. Menudo panorama cultural. Alguien podría objetar que esas bibliotecas se pueden suscribir a esas revistas, correcto, si su comunidad autónoma las dota de un presupuesto de adquisiciones. Recuerdo aquí que este año el plan 10×10 (10 millones los ponía el ministerio y 10 las comunidades) ha sido un fracaso relativo, algunas comunidades no han entrado al trapo y otras han reducido su aportación para adquisiciones. En algún caso pienso que algunas bibliotecas habrán subido del sótano-archivo la bibliografía completa de Pemán, pues debe ser lo más actualizado y novedoso que tienen. Lamentable.

El cuadro anterior revela que sólo 7 autonomías han participado este año del convenio. Esto conlleva que se hayan perdido 7,5 millones de euros en adquisiciones bibliográficas. Cuando estaba redactando este post recibo una información de un artículo publicado en el diario Levante (Las bibliotecas se quedan sin el dinero del ministerio para comprar libros) en el que se culpa al Ministerio de la no firma de los acuerdos por un informe del Ministerio de Hacienda sobre el endeudamiento de las Comunidades Autónomas. Como si el problema del endeudamiento fuesen las adquisiciones bibliográficas. Me importa un pito de quien sea la culpa, el problema es que aquí quien sale perdiendo en última instancia es el usuario de las bibliotecas públicas, y por supuesto los libreros y editores. Sencillamente imperdonable. ¿Se deriva alguna responsabilidad de este desaguisado? Supongo que no.

Es evidente que la cultura de la subvención debe ser redefinida en profundidad. La ventanilla a la que ir a preguntar «¿cómo va lo mío?» se ha cerrado, o al menos limitará mucho su horario de apertura. Veo dos líneas de trabajo que me parecen fundamentales:

  • la primera es subvencionar únicamente aquellos productos editoriales que sean de imprescindible incorporación al acervo cultural y patrimonio bibliográfico español y sean muy difícil de producir y/o comercializar,
  • la segunda, favorecer y estimular la conformación de empresas muy sólidas, competitivas, exportadoras y de fuerte músculo financiero y empresarial (y que creen empleo de calidad).

Tanto en el caso de libros como de revistas parece razonable que la mejor ayuda es una poderosa política de adquisiciones por parte de las bibliotecas públicas. El asunto es que las compras están transferidas a las comunidades autónomas, y la sensibilidad hacia estos temas no siempre es la correcta. Conclusión, aquí se ayuda hasta a los bancos (estos sí que son piratas) y salvo el 15M nadie dice nada. Por tanto, tengamos mesura a la hora de opinar, el importe de las subvenciones a libros y revistas culturales no alcanza ni para comprar un huevo Kinder. Seamos serios, las grandes cifras de la cultura de la subvención están en otros lados.

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